
Félix Adargoma
Cuando Carlos Marx y Federico Engels escribieron la obra el
Manifiesto del Partido Comunista, uno de los tratados políticos más influyentes
de la historia, una proclama encargada por la Liga de los Comunistas a Karl
Marx y Friedrich Engels entre 1847 y 1848,
y publicada por primera vez en Londres el 21 de febrero de 1848, hay en
la misma un lema que es lo más importante de todo el tratado, que es:
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Dicho lema iba, y continúa, dirigido a todos los
trabajadores avanzados, con conciencia de clase, ideologizados y politizados,
para que unidos y organizados orgánicamente en una organización internacional,
partiendo de sus respectivas organizaciones y realidades concretas de la lucha
de clases en sus correspondientes países, organizaran y unieran a todos los
trabajadores de sus respectivas naciones o Estados en una Confederación
Internacional de trabajadores comunistas, disciplinada y combativa en la lucha
de clases por lograr la sociedad socialista y después la sociedad comunista.
Carlos Marx y Federico Engels “no fueron” ni leninistas, ni
trotskistas, ni maoístas, ni tampoco anarquistas, como no lo fue tampoco
Bakunin antes de romper con Marx y Engels por un tema más de táctica política e
ideológica --y por qué no decirlo--, también por “empute personal”, que por
temas estratégicos en conseguir el final de la lucha de clases, el último
Estadio de la sociedad comunista.
La primera edición rusa del Manifiesto del Partido
Comunista, traducido por Bakunin, fue hecha a principios de la década del 60
(1860-70) en la imprenta de Kólokol (1), en Moscú. En aquel tiempo, una edición
rusa de aquella obra podía parecer a Occidente tan sólo una curiosidad
literaria. Hoy, semejante concepto sería imposible.
Se trata de la «Imprenta rusa libre» (1), en la que se
imprimió el periódico democrático-revolucionario "Kólokol" ("La
Campana"), que editaban Alexander Herzen y N. Ogariov. La imprenta,
fundada por Herzen, se encontró hasta 1865 en Londres y luego fue trasladada a
Ginebra. En esta imprenta se imprimió en 1869 la mencionada edición del
"Manifiesto".
Se trata de la
primera edición rusa del "Manifiesto del Partido Comunista",
aparecida en 1869 en Ginebra, traducido por Bakunin. Al traducirlo, éste
tergiversó en varios lugares el contenido del "Manifiesto". Las
faltas de la primera edición fueron corregidas en la que apareció en Ginebra en
1882, traducida por Plejánov. La traducción de Plejánov puso comienzo a la
vasta difusión de las ideas del "Manifiesto" en Rusia.
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Una página manuscrita del Manifiesto del Partido Comunista |
Todo lo arriba expuesto
lo traigo a colación para hacer una reflexión que quisiera compartida por todos
aquellos y aquellas que se reclaman comunistas, tengan el icono que tengan en
su mesilla de noche con las velitas encendidas al “santo” o a los “santos”
revolucionarios de su devoción a los que “adoran”, aunque dichos “santos”, ya
fallecidos, se indignarían si estuvieran vivos por tanta “devoción mariana y
devota” a sus figuras, ya que les hubieran gustado que cogieran sus ejemplos de
luchar por la unidad de los comunistas que por “adorar” su imagen o su icono, y
andar a la greña con eso tan manido de “yo soy más marxista leninista que tú”,
o lo otro de “ustedes son unos reformistas y nosotros unos revolucionarios”, o
la de los otros que para distinguirse dicen “nosotros somos comunistas
anarquistas”: o los de más allá: “nosotros somos marxistas leninistas
independentistas” o “nacionalistas”, etc., etc. En definitiva, una retahíla de
auto-nombretes como decimos en Canarias y en Cuba.
En Canarias, y en
España, podemos contemplar, unas veces indignados y otras veces con lastima,
cómo la izquierda está fragmentada en reinos de taifas, unas más grandes que
otras y otras más pequeñas que las demás… “Y todo porque vemos la paja en el
ojo ajeno, pero no vemos la viga en el propio”, que disfrazan con lemas y
consignas “revolucionarias” para solapar oportunismos, izquierdismos de
boquilla, y personalismos de pequeño caudillaje, por no decir de pequeño
burgués radicalizado de boquilla para fuera. Lo de “pequeño burgués está un poco
manido ya a esta alturas de la película, pero como los llamados
“revolucionarios marxistas leninistas” lo emplean mucho, pues se los devuelvo…
La derecha política,
económica y social no tiene los problemas metafísicos que tienen las
izquierdas. La Derecha tiene bien aprendida la lección. Sabe que con pequeños
partiditos de derecha a nivel Estatal no van a ningún sitio. Y tienen un único
lema: el Money Money, el euro, el dólar y el poder absoluto. No se anda con las
boberías ni con las tonterías “ideológicas” y “políticas” que tienen las
izquierdas, que las tienen en permanente dimes y diretes, en sus “luchas
ideológicas y políticas” marxista leninista una y Bakunistas las otras. Y todas
se ponen a vender la piel del oso antes de cazarlo. No se ponen de acuerdo ni
para ir a hacer pis… (lo de pis lo digo en plan finolis, para que no me
critiquen de “mal hablado”…)
Dejando aparte la guasa, las izquierdas comunistas tienen
que hacerse una profunda y amplia autocrítica, y reflexión marxista, sobre el
papel que objetivamente están jugando cada una de ellas en Canarias y en el
Estado español.
Porque esta situación la están sufriendo las clases
trabajadoras y los sectores populares, los desprotegidos de la sociedad, y la
situación demanda una potente organización de integración de todos los y las
comunistas, para hacerle frente al Capital, y a sus organizaciones políticas y
sociales, que en estos momentos dichos sectores antes mencionados están
demandando para construir la sociedad socialista que ideológicamente y
políticamente nos indicaron Carlos Marx y Federico Engels, y Bakunin ante de la
ruptura con los dos antes mencionados.
Y si no fuera posible, porque pesa más la “tradición” y las
“herencias ideológicas” de cada organización, al menos que la unidad de acción
política y social sea una realidad a partir de ahora, y que sean las clases
trabajadoras las que juzguen los comportamientos políticos de cada una de la
organizaciones en dicha unidad de acción y actuación, y no las peleas entre las
organizaciones de las izquierdas, una veces por motivos electoralistas y otras
por protagonismos negativos.
Los comunistas marxistas y los comunistas anarquistas tienen
que refundar sus ideologías a la lucha de clases en las sociedades del siglo
XXI. En su época, hace más de un siglo, estuvieron enconadas y enfrentadas, sus
seguidores cometieron muchos errores por dogmáticos en la aplicación de los
principios de las obras de sus fundadores, la historia nos sirve en bandeja
muchos ejemplos, algunos muy recientes y otros no tantos.
La refundación ideológica de ambos proyectos –-la comunista
marxista y la comunista anarquista-- la tiene que alumbrar un nuevo amanecer de
unidad y fuerza para unir y organizar a las clases trabajadoras y a los
sectores populares en esta época que nos ha tocado vivir de principio del siglo
XXI. La lucha de clases demanda la unidad de todos los comunistas, marxistas y
anarquistas. “La pelota” está ahora en el tejado de ustedes, y dependen que la
recojan o que continúen con los rifirrafes, los dimes y diretes y la
fragmentación de las organizaciones sindicales y políticas de las clases
trabajadoras y de las izquierdas.
Y mientras la izquierda sindical y política continúa
fragmentada, la derecha sigue gobernando y ostentando el poder político,
económico y cultural, y recortando y quitando derechos sociales conquistados
durante varios siglos de lucha proletaria por el movimiento obrero político y
sindical.