
Andy Robinson
"There must be more to life than stereotypes",
cantaba el grupo de britpop Blur a mediados de los noventa cuando Europa aún
era un ideal y el euro se esperaba con ilusión. Quince años después, tras un
breve descanso en el que se estrenó una identidad europea políticamente
correcta, el estereotipo nacional vuelve a la carga.
Y, las caricaturas más grotescas, hasta la fecha, se ven en
las percepciones de Grecia desde Alemania y viceversa. En diarios
amarillos alemanes como Bild Zeitung, el griego es el mediterráneo vago,
despilfarrador, dependiente de un Estado clientelista, retratado en dibujos
cómicos bajo títulos como "Griegos
en quiebra: ¡que vendan sus islas!". Una portada de la revista alemana Focus con
una Venus de Milo enseñando el dedo al contribuyente alemán provocó indignación
en Grecia el año pasado. "Griechen-
Hetze –meterse con los griegos– es el deporte predilecto ahora", dijo
Günter Quaisser del Grupo Memorándum en Frankfurt. "Para Bild, gastan demasiado y no trabajan" (En
realidad, según la OCDE, el griego medio trabajó 2.119 horas en el año 2008
frente a 1.390 en Alemania).
Mientras, la percepción de lo alemán que se tiene en Grecia
vuelve a su propio arquetipo. Ya es habitual ir a las manifestaciones en Atenas
vestido de nazi con máscara de Angela Merkel. ¡Bienvenido a la
nueva Europa forjada en la histórica cumbre de Bruselas de diciembre del 2011!
Petros Márkaris, el veterano autor de novela negra nacido en
1937 en Estambul y residente en Atenas, es de los pocos comentaristas griegos o
alemanes que ve el fenómeno desde ambos lados. Según su propia definición, es
"de cultura germánica”. Tradujo Goethe y Brecht al griego y visita
Alemania cada mes. Es más, Márkaris es el maestro de la caricatura irónica del
arquetipo griego en su realismo policiaco.
En Con el agua al cuello/Amb l'aigua fins al coll (Tusquets,
2011), la última novela de la serie del detective Kostas Jaritos –un éxito de
ventas en Alemania–, Márkaris ironiza con humor negro sobre los estereotipos
del griego y del alemán. "No entiendo por qué los alemanes no aprovechan
nuestros logros en lugar de machacarnos!", comenta el detective Kalopoulos
de la Brigada antiterrorista. "¿Por qué no reivindican ellos también trece
pagas al año en vez de quitarnos la decimocuarta?".
Los británicos y los holandeses no se salvan. Tras el
asesinato del banquero británico Richard Robinson, un policía comenta: "Es la tacañería de los ingleses;
nosotros, por lo menos, hemos ido a pique por derrochadores, pero ellos, con lo
míseros que son, ¿cómo demonios han podido ir a pique?". El segundo
financiero del Norte decapitado por el asesino antibanca es el director
holandés de una agencia de calificación de deuda que muere poco después de
haber respondido de manera thatcheriana en una entrevista en televisión: "La sociedad a la que usted alude es un
invento".
Con el agua al cuello es la primera de una trilogía de
novelas del detective Jaritos ambientada en la crisis económica en los que los
asesinos son banqueros, financieras o evasores de impuestos. "Mis asesinos
suelen caer bastante bien; y estos aún más", dijo Márkaris en una
entrevista concedida a La Vanguardia la semana pasada en Berlín.
Márkaris escribe novelas de Jaritos desde mediados de los
noventa. Pero en estos momentos de elevada sensibilidad cultural, algunas representaciones
de griegos en sus noveles levantan ampollas en Atenas . "Márkaris hace el
juego de los neoliberales", dijo Aris Chatzistefanou, director de la nueva
película Catastroika. "Es novelista; no es historiador pero me preocupa que
lectores en Alemania pueden ver la imagen que da de Grecia como la única
verdad", dice Vula Papagianni, del Instituto de Educación Intercultural de
la Universidad de Kapodistriako, que hace parte de su trabajo en Alemania..
"Me da miedo la categorización de europeos del Sur y del Norte;
habitualmente acaba en frases como '¡Siempre han sido así!', o 'Su cultura no
es compatible con la nuestra'. Lo oigo mucho últimamente en Alemania".
Márkaris reconoce: "Muchos alemanes leen mis novelas
porque creen que justifican sus percepciones negativas de los griegos. Sienten
que mis novelas son de la misma línea". ¿Le preocupa? "No demasiado.
Porque la sociedad alemana es mucho mas matizada en sus lecturas de Grecia que
las portadas de Bild". "Hay alemanes que leen las novelas de Jaritos
porque encuentran la diversidad de Grecia". Y hay un tercer grupo,
continúa: "Los que van mucho a Grecia, y les gusta Grecia y casi ya son
parte de Grecia".
"Los griegos se sienten muy ofendidos en estos momentos. Pero históricamente sentían más simpatía hacia los alemanes que hacia sus libertadores, los ingleses y los norteamericanos. En Creta, tras las barbaridades que cometieron los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, la gente acogió a los alemanes con gran simpatía", dice. "Es una de las contradicciones de los griegos; si hubiesen sido más reservados antes, como lo fueron los polacos, quizás los alemanes serían más respetuosos con ellos ahora".
Tampoco se debería hacer una lectura simplista de las
caricaturas alemanas en Grecia. En una imagen que circula por internet esta
semana, un grupo de políticos van vestidos de uniformes de SS. Pero no son
alemanes sino el nuevo Gobierno tecnócrata de Lukas Papadimos. Detrás de los
estereotipos "existen relaciones de poder", dice Márkaris. "Una
mujer en Nuremberg la semana pasada me preguntó por qué el contribuyente alemán
debería pagar la deuda griega. Los alemanes jamás han entendido que el poder
tiene un coste".