![]() |
Foto: Jürgen Habermas |
Georg Diez
Jürgen Habermas está cabreado. Muy cabreado, tan cabreado
que se lo toma como un asunto personal. Da un golpe en la mesa y grita:
"¡Basta ya!". Simplemente no quiere ver cómo Europa acaba en el cubo
de la basura de la historia mundial. "En este caso hablo como
ciudadano", afirma. "Preferiría quedarme sentado en mi casa, en mi
despacho, créanme. Pero esto es demasiado importante. Todo el mundo tiene que
entender que nos enfrentamos a decisiones críticas. Por eso me implico
personalmente en este debate. El proyecto europeo no puede seguir en manos de
una élite".
¡Ya está bien! Europa y su proyecto, es un proyecto de su
generación. A sus 82 años, Jürgen Habermas entra en campaña. Tomando
protagonismo en la escena del Instituto Goethe, en Paris.
Se sobrepone a la
ira.
En la mayoría de los casos, aconseja, avisa, “El pliegue, en
esta crisis, a los requisitos del choque funcional y sistemático” haciendo
referencia a las deudas soberanas y a la presión de los mercados.
A veces, consternado, niega con la cabeza y dice: "Es
sencillamente inaceptable, sencillamente inaceptable", refiriéndose al
dictado de la UE y a la pérdida de soberanía nacional de Grecia.
Y entonces vuelve a enfurecerse: "Condeno a los
partidos políticos. Hace tiempo que nuestros políticos son incapaces de aspirar
a algo más que a ser reelegidos. No tienen en absoluto fundamento político ni
ninguna convicción".
Por la naturaleza de esta crisis a veces la filosofía se
pone al mismo nivel que los debates de los bares.
Habermas quiere difundir su mensaje. Por eso su presencia.
Por eso ha escrito recientemente para el Frankfurter Allgemeine Zeitung un
texto en el que critica el cinismo de políticos europeos y su “alejamiento de
los ideales europeos”. También acaba de publicar un libro, un "pequeño
folleto", como él lo denomina, que el reputado semanario alemán Die Zeit
se apresuró a comparar con el ensayo "Hacia la paz perpetua" de Kant,
escrito en 1795. Pero ¿tiene respuesta a la pregunta sobre qué camino deben
emprender la democracia y el capitalismo?
La obra que toma la forma esencial de un ensayo, se titula,
"Zur Verfassung Europas" ("Sobre la constitución Europea"),
consiste básicamente en un largo ensayo en el que describe cómo ha cambiado la
esencia de nuestra democracia bajo la presión de la crisis y la histeria de los
mercados.
El poder se ha escapado de las manos de los pueblos y ha
acabado en organismos de cuestionable legitimidad democrática, como el Consejo
Europeo. Básicamente insinúa que los tecnócratas desde hace tiempo han perpetrado
un golpe de Estado silencioso.
“El 22 de Julio del 2011, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy
establecieron un compromiso, vago y dejando mucho espacio para la
interpretación, entre el liberalismo alemán y el estatismo francés” escribe.
Un fenómeno raro en
Alemania.
Habermans habla de post-democracia para designar lo que
Angela Merkel y Nicolas Sarkozy están en trance de hacer. Consiste en un
parlamento de influencia limitada.
La Comisión Europea ocupa "una posición extraña, en
suspenso", sin responsabilizarse realmente de lo que hace. Sin embargo,
señala ante todo al Consejo Europeo, al que se le otorgó una función central en
el Tratado de Lisboa, algo que Habermas considera una "anomalía".
Considera al Consejo como "un organismo gubernamental que actúa en
política sin tener autorización para ello".
Cuando Habermas no se caracteriza por ser una persona,
pesimista ni fatalista ni visionario sino que es un optimista inquebrantable y
eso es lo que le convierte en un fenómeno tan poco habitual en Alemania.
Habermas cree realmente en la racionalidad de las personas.
Cree en la democracia ordenada y de toda la vida. Cree realmente en una opinión
pública que trabaja para mejorar las cosas. Es por lo que está satisfecho de su
audiencia, esa tarde, allí en Paris.
Mientras los porreros, los enrollados, y los marginados del
movimiento "Occupy Wall Street" se niegan a formular una sola
exigencia clara, Habermas explica con detalle precisamente por qué ve a Europa
como un proyecto de civilización que no podemos permitir que fracase y por qué
la emergencia de una “sociedad global” no es solamente posible sino igualmente
necesaria para reconciliar el capitalismo y la democracia.
Por otro lado, después de todo tampoco se diferencian tanto
los cyber-revolucionarios de los intelectuales y filósofos. Se trata
básicamente de una división entre las formas de trabajar, entre lo analógico y
lo digital, entre el debate y la acción.
"En algún momento después de 2008", comenta
Habermas con una copa de vino blanco tras el debate, "comprendí que el
proceso de expansión, integración y democratización no avanza automáticamente
de forma espontánea, que es reversible, que por primera vez en la historia de la
UE, estamos experimentando realmente un retroceso de la democracia. No lo
quiero creer. Nos encontramos en una encrucijada".
"La élite política en realidad no tiene ningún interés
en explicar a la gente que se están tomando decisiones importantes en Estrasburgo:
lo único que temen es perder su propio poder", afirma.
Un asunto personal
Esto es importante para entender por qué se toma el asunto
de Europa de forma personal. Tiene que ver con la Alemania maligna del pasado y
la Europa buena del futuro, con la transformación del pasado en el futuro, con
un continente que una vez estuvo roto por la culpabilidad y ahora está
destrozado por la deuda.
Su visión es la siguiente: "Los ciudadanos que se
vieron obligados previamente a aceptar la redistribución de la carga de la
deuda más allá de las fronteras, podrían, como ciudadanos, ejercer su
influencia democrática ante los gobiernos que operan en una zona gris desde un
punto de vista constitucional."
Este es el argumento principal de Habermas y lo que falta en
la visión de Europa: una fórmula que no funciona en la construcción actual. No
ve la UE una federación de estados, ni un estado federal, más como una cosa
nueva, una comunidad jurídica que han acordado los pueblos de Europa junto con
los ciudadanos de Europa, es decir nosotros con nosotros mismos excluyendo a
nuestros gobiernos respectivos. Como es lógico, con esto se acaba la base de
poder de Merkel y Sarkozy, pero este es también el fundamento de su objetivo.
Existe otra alternativa, afirma, existe otra vía distinta al
progresivo cambio en el poder del que somos testigos actualmente. Los medios de
comunicación deben ayudar a los ciudadanos a comprender la enorme influencia
que ejerce la UE en sus vidas. Los políticos sin duda comprenderían la gran presión
que sufrirían si Europa fracasara. La UE debe democratizarse.
“Si fracasa el proyecto europeo, afirma, entonces surgirá la
pregunta de cuánto tiempo se tardará en volver a llegar al statu quo. Recuerden
la Revolución alemana de 1848: cuando fracasó, tardamos 100 años en volver a
lograr el mismo nivel de democracia de antes".