Martin Khor
¿China es todavía un país en desarrollo, o ya se ha sumado a
las filas de los países industrializados avanzados? Esta es una pregunta de
actualidad, especialmente después de que el presidente de Estados Unidos,
Barack Obama, le dijo a su homólogo chino Hu Jintao que China debe actuar más
responsablemente ahora que “se ha hecho grande”.
Según las fuentes, esta interesante conversación tuvo lugar
en la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), celebrada
del 7 al 13 de noviembre en Hawai. Y la semana siguiente, Obama le debe haber
dicho algo similar al primer ministro Wen Jiabao en la Sexta Cumbre de Asia
Oriental, organizada en Bali por la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático
(ASEAN), entre un reproche y otro de Jiabao por no permitir que la moneda china
despegue.
Al decirle a China que ya está grande, Obama quiso decir que
ese país debe ser tratado ahora igual que Estados Unidos o los países europeos
en términos de obligaciones internacionales: por ejemplo, debería asumir
compromisos vinculantes para reducir sus emisiones de gases de efecto
invernadero, reducir sus aranceles aduaneros a casi cero y renunciar a sus
subsidios en el marco de la Organización Internacional de Comercio (OMC),
prestar ayuda a los países pobres y dejar flotar su moneda.
Para este fin, Estados Unidos ha presionado a China en
recientes negociaciones sobre cambio climático, en las conversaciones de Doha
de la OMC, en diversas conferencias de las Naciones Unidas y en la cumbre del
Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC).
De hecho, la mayoría de las negociaciones multilaterales
importantes están estancadas porque Estados Unidos, con Europa y Japón detrás,
insiste en que China renuncie a su condición de país en desarrollo y asuma las
obligaciones de un país industrializado.
Y no se trata sólo de China: también quieren que India y Brasil hagan lo mismo. Con frecuencia se menciona también a Sudáfrica y a los países más ricos del sudeste asiático.
Y no se trata sólo de China: también quieren que India y Brasil hagan lo mismo. Con frecuencia se menciona también a Sudáfrica y a los países más ricos del sudeste asiático.
Sin embargo, el centro de atención está puesto en China.
Este país está creciendo tan rápido y se está volviendo tan grande y poderoso
que las potencias occidentales temen que las supere en una o dos décadas.
Por lo tanto, la pregunta es pertinente: ¿es China un país
industrializado?
La respuesta depende de los criterios utilizados. En
términos absolutos, China es efectivamente una gran economía. Su PBI sólo es
inferior al de Estados Unidos y se ha transformado en el mayor emisor de gases
de invernadero.
Pero esto se debe principalmente a que, con una enorme población de mil trescientos millones de habitantes, es el país más poblado del mundo.
Pero esto se debe principalmente a que, con una enorme población de mil trescientos millones de habitantes, es el país más poblado del mundo.
Sin embargo, en contra de la poderosa imagen que proyectan
los medios de comunicación internacionales, China parece un país en desarrollo
más cuando se observan sus indicadores por habitante.
Las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial son las instituciones que definen si un país es industrializado o en desarrollo, y el criterio más importante es el ingreso por habitante. Si tomamos en cuenta este criterio, China es realmente un país en desarrollo.
Las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial son las instituciones que definen si un país es industrializado o en desarrollo, y el criterio más importante es el ingreso por habitante. Si tomamos en cuenta este criterio, China es realmente un país en desarrollo.
El FMI, en su último informe Perspectivas de la Economía
Mundial, clasifica a China como un país en desarrollo, con un PBI por habitante
de 4,382 dólares, lo que lo sitúa en el lugar noventa y uno entre los países
del mundo. Seis países africanos (Guinea Ecuatorial, Gabón, Botswana, Mauricio,
Sudáfrica y Namibia) tuvieron un PIB por habitante superior al de China en
2010.
El PIB por habitante de China representa menos de un décimo
del de Estados Unidos, situado en 46,860 dólares. Luxemburgo tiene el PIB más
alto, con 108.952 dólares.
Los economistas también suelen medir el PIB por habitante en
términos de “poder adquisitivo bruto”, para tomar en cuenta los diferentes
costos de vida de los países. Las personas que viven en países con un bajo
costo de vida gozan de un nivel de vida superior que el que sugiere su PIB.
El año pasado, el PIB de China ajustado según el poder
adquisitivo por habitante era de 7,544 dólares. Esto la sitúa en el lugar noventa
y cinco, justo por debajo de Ecuador y por encima de Albania, El Salvador y
Guyana.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
tiene un índice de desarrollo humano que mide la calidad de vida en términos de
ingresos, escolaridad, expectativa de vida, entre otros factores. El Informe
sobre Desarrollo Humano 2011 muestra a China en el lugar ciento uno de 187
países, con un índice de 0,687 y en la categoría de “desarrollo humano medio”.
China, una vez más debido a su enorme población, es el mayor
emisor de gases de efecto invernadero del mundo, con un total de 7,232
megatoneladas de equivalente de dióxido de carbono en 2005. Le sigue Estados
Unidos, con 6,914 megatoneladas e India está en quinto lugar, con 1,859.
Pero si consideramos las emisiones por habitante, China se
sitúa en el lugar ochenta y cuatro en el mundo, con 5.5 megatoneladas de
equivalente de dióxido de carbono por persona. En cambio, Estados Unidos emite
23.4 megatoneladas, Australia 27.3, Rusia 13.7, Alemania 11.9, Japón 10.5,
Singapur 11.4, Malasia 9.2, Sudáfrica 9.0, Brasil 5.4, Indonesia 2.7, India 1.7
y Rwanda 0.4.
Por lo tanto, por ocupar el lugar noventa y uno del mundo en
términos de PIB por habitante, el ciento uno en el índice de desarrollo humano
y el ochenta y cuatro en cuanto a emisiones por habitante, China parece, y es,
un país en desarrollo de nivel medio, o aun bajo, con todos los países
desarrollados y muchos en desarrollo por delante.
Además, China comparte las características de muchos países
en desarrollo. Más de setecientos millones de sus mil trescientos millones de
habitantes viven en el campo y hay un gran desequilibrio entre los ingresos de
la población rural y urbana: en 2008, el ingreso medio de un hogar urbano era
3.3 veces mayor que el de las zonas rurales. Según el propio estándar de
pobreza de China, cuarenta y tres millones de chinos tienen bajos ingresos (por
debajo de ciento sesenta dólares al año).
Según el estándar más estricto de las Naciones Unidas, ciento cincuenta millones de chinos son pobres, porque viven con menos de un dólar al día. Cada año, doce millones de personas se agregan al mercado de trabajo, y no es fácil que encuentren empleo.
Según el estándar más estricto de las Naciones Unidas, ciento cincuenta millones de chinos son pobres, porque viven con menos de un dólar al día. Cada año, doce millones de personas se agregan al mercado de trabajo, y no es fácil que encuentren empleo.
Esto no quita que el desarrollo de China tenga puntos
fuertes: su PIB en términos absolutos, su alta tasa de crecimiento económico y
sus sólidas reservas de divisas, superiores a dos billones de dólares. Sin
embargo, aunque China se ha transformado en una gran potencia económica en
términos absolutos, sigue siendo un país de medianos ingresos, con los
problemas socioeconómicos que tienen la mayoría de los países en desarrollo.
Y si China es presionada para que asuma las obligaciones de
un país desarrollado y renuncie a su condición de país en desarrollo y a los
consiguientes beneficios, pronto se les pedirá lo mismo a muchos otros países
en desarrollo que están por delante de China, al menos considerando los índices
por habitante.
Por lo tanto, el esfuerzo de China por mantener su condición
de país en desarrollo interesa también a otros países en desarrollo, porque
ellos serán los próximos si el país asiático pierde esta batalla.