
Pakistán ha resultado ser el “peor enemigo” de
EE UU
Paul Craig Roberts
¿Habéis oído hablar
alguna vez de los Haqqanis? No. Lo creo. Como al Qaida, del que nunca había
oído hablar nadie antes del 11-S, la “Red Haqqani” ha emergido en tiempo de
necesidad para justificar la próxima guerra de EE.UU., Pakistán.
La afirmación del
presidente Obama de que había exterminado al líder de al Qaida Osama bin Laden,
desinfló la amenaza de ese coco que sirvió durante tanto tiempo. Una
organización terrorista que abandonó a su líder, desarmado y sin defensa, como
presa fácil de asesinar, ya no parecía formidable. Era la hora de un nuevo coco,
más amenazador, cuya persecución mantuviera viva la “guerra contra el terror”.
Ahora los “peores
enemigos” de EE.UU. son los Haqqanis. Además, a diferencia de al Qaida que
nunca estuvo vinculado a un país, la Red Haqqani, según el almirante Mike Mullen,
jefe del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., es un “verdadero brazo” del servicio
de inteligencia ISI, del gobierno paquistaní. Washington afirma que el ISI
ordenó que su Red Haqqani atacara el 13 de septiembre la embajada de EE.UU. en
Kabul, Afganistán, junto con la base militar estadounidense en la provincia
Wadak.
El senador Lindsey
Graham, miembro del comité de Servicios Armados y uno de los principales
belicistas republicanos, declaró que “todas las opciones están sobre la mesa” y
garantizó al Pentágono que en el Congreso existe amplio apoyo bipartidista para
un ataque militar estadounidense a Pakistán.
Como Washington ha estado
matando con drones a numerosos civiles paquistaníes y ha obligado al ejército
paquistaní a perseguir a al Qaida por casi todo Pakistán, produciendo decenas
de miles, o más, de paquistaníes desplazados al hacerlo, el senador Graham
tiene que estar pensando en algo más grande.
El gobierno paquistaní
también lo piensa. El primer ministro paquistaní, Yousuf Raza Gilani, hizo
volver a su ministro de Exteriores de las conversaciones en Washington y ordenó
una reunión del gobierno para evaluar la perspectiva de una invasión
estadounidense.
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Antiguo mapa político de Asia con bandera de Pakistán |
Mientras tanto,
Washington acumula más motivos que agregar a la nueva amenaza de los Haqqanis
para justificar una guerra contra Pakistán: Pakistán tiene armas nucleares, es
inestable y las bombas podrían no caer en buenas manos; EE.UU. no puede ganar
en Afganistán hasta que haya eliminado los refugios en Pakistán; y bla-bla-bla.
Washington ha estado tratando
de intimidar a Pakistán para que lance una operación militar contra su propio
pueblo en Waziristán del Norte. Pakistán tiene buenos motivos para resistir a
esa demanda. La utilización por parte de Washington de la nueva “amenaza
Haqqani” como excusa para una invasión podría ser el modo de Washington de
superar la resistencia de Pakistán a atacar su provincia de Waziristán del
Norte, o podría ser, como dicen algunos dirigentes políticos paquistaníes, y lo
teme el gobierno paquistaní, un “drama” creado por Washington para justificar
un ataque militar contra otro país musulmán.
Durante los años de su
servilismo como marioneta estadounidense, el gobierno de Pakistán se lo buscó.
Los paquistaníes dejaron que EE.UU. comprara al gobierno de Pakistán, entrenara
y equipara a sus fuerzas armadas y estableciera una interconexión con los
servicios de inteligencia paquistaníes. Un gobierno tan dependiente de
Washington no podía objetar cuando Washington comenzó a violar su soberanía,
enviando drones y equipos de fuerzas especiales a matar a presuntos miembros de
al Qaida, pero usualmente a mujeres, niños y agricultores. Incapaz de reducir
después de una década a una pequeña cantidad de combatientes talibanes en
Afganistán, Washington echó la culpa de su fracaso militar a Pakistán,
precisamente como Washington culpó de su interminable guerra contra el pueblo
iraquí al supuesto apoyo iraní a la resistencia de Iraq contra la ocupación
estadounidense.
Algunos analistas
informados de los cuales nunca oiréis hablar en los “medios dominantes”, dicen
que el complejo militar/de seguridad de EE.UU. y sus rameras neoconservadoras
están orquestando la III Guerra Mundial antes de que Rusia y China se puedan
preparar. Como resultado de la opresión comunista, un porcentaje significativo
de la población rusa está en la órbita estadounidense. Esos rusos confían más
en Washington que en Putin. Los chinos también están demasiado ocupados
encarando los peligros del rápido crecimiento económico como para prepararse
para la guerra y son muy inferiores a lo que les amenaza.
La guerra, sin embargo,
es la sangre vital de los beneficios del complejo militar/de seguridad, y la
guerra es el método preferido de los neoconservadores para alcanzar su objetivo
de hegemonía estadounidense.
Pakistán limita con China
y antiguas partes constituyentes de la Unión Soviética en las cuales EE.UU.
tiene ahora bases militares en las fronteras de Rusia. La guerra y ocupación de
Pakistán por parte de EE.UU. probablemente despertará a los somnolientos rusos
y chinos. Como ambos países poseen misiles balísticos intercontinentales, el
resultado de la codicia de beneficios del complejo militar/industrial y la
codicia de un imperio de los neoconservadores podría ser la extinción de la
vida en la tierra.
Los patriotas y superpatriotas
que están de acuerdo con los planes del complejo militar/de seguridad y los
patrioteros neoconservadores impulsan el “fin de los tiempos” tan
fervientemente deseado por los evangélicos del rapto, quienes flotarán hacia el
cielo mientras todos los demás morimos en la tierra.
No es el resultado del
fin de la Guerra Fría esperado por el presidente Reagan.
El Dr. Paul Craig Roberts fue nombrado secretario
adjunto del Tesoro de EE.UU. por el presidente Reagan y confirmado por el
Senado de EE.UU. Fue editor asociado y columnista en el Wall Street
Journal y sirvió en los equipos personales del representante Jack Kemp y
del senador Orrin Hatch. Fue asociado del personal del Subcomité de
Apropiaciones para la Defensa de la Cámara de Representantes, asociado del
personal del Comité Económico Conjunto del Congreso, y Economista Jefe,
Personal Republicano, Comité Presupuestario del Congreso. Escribió la ley de
reducción de la tasa de impuestos Kemp-Roth, y fue un líder en la revolución de
la oferta. Fue profesor de economía en seis universidades y es autor de
numerosos libros y contribuciones académicas. Ha testificado ante comités del
Congreso en 30 ocasiones.
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article29228.htm
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens Fuente: http://www.informationclearinghouse.info/article29228.htm