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Foto: Patricio Lumumba |
Alberto Salazar
Patricio Lumumba fue un
excepcional líder africano, anticolonialista, que tuvo el privilegio de luchar
por la independencia de su nación y llegar a ser el primer africano en
desempeñar el cargo de primer ministro de la misma, la República Democrática
del Congo. Independencia de Bélgica que se alcanzó
oficialmente en junio de 1960, tras asumir la nueva república la deuda externa
de Bélgica. Una deuda que jamás adquirió y que la imposibilitaba de
alcanzar su pleno desarrollo.
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Asi quedó Sirte, la ciudad natal de Gadafi [Ampliar] |
Un memorando interno de
la CIA, de 1960, escrito por el director de entonces Allen Dulles, contiene un
parágrafo que despeja cualquier duda sobre el intervencionismo de las grandes
potencias:
"En los altos niveles del gobierno concluimos que si [Lumumba] sigue en el poder, las consecuencias serán catastróficas... para el mundo libre. Por eso, nuestra conclusión es que urge quitarlo de en medio lo antes posible".
El resto de la historia
es parte del guión tradicional, un alzamiento militar y rebeldía en la policía,
inestabilidad política, destitución ilegal de Lumunba, participación errónea de
la ONU, detención, escape y nuevamente aprensión de Lumumba por parte de los
alzados y, finalmente, su salvaje ajusticiamiento en presencia de agentes
belgas y estadounidenses. Lumumba fue torturado, se le dejó sangrar por horas
sin atención médica hasta que finalmente lo ajusticiaron. La historia registra
pocas fotografías de ese magnicidio y contados relatos de cuán cruel fue ese
bárbaro episodio.
Posteriormente al mundo
se le dijo que los asesinos habían sido "campesinos airados", más
tarde se indicó que lo habían ejecutado "sus enemigos congoleños" y
así se fue enturbiando el ambiente, confundiendo a la gente y diluyendo la verdadera
responsabilidad. Hoy los historiadores describen como mismo el presidente de
EEUU Dwight D. Eisenhower dio luz verde al asesinato de Lumumba y, que en el
2002, Bélgica reconoció su participación en el horrendo crimen y pidió
disculpas a la familia de Lumumba.
Sin embargo, los años han
pasado y muchas generaciones ni siquiera conocen el nombre de Lumumba, mucho
menos la tragedia. La derecha ha vuelto a jugar a enredar la investigación del
crimen, a dejar pasar el tiempo y reconocerlo mucho después. Ello, unido
con el fomentar el olvido de los aborrecibles hechos y el proclamar que hay que
mirar al futuro y no al pasado, le permite a la derecha que nunca se haga
justicia y que vuelva a repetir esas tácticas una y otra vez .
Tal vez, los dos únicos
cambios que hoy vemos con los magnicidios, como el del líder libio, Muammar Al
Gadafi, son: primero que son documentados segundo a segundo con cámaras
digitales y divulgados en la redes de información y de televisión a nivel
mundial. Y segundo, que ahora los verdugos celebran descaradamente el crimen y
no esconden sus reales intereses. La inhumana risa de la secretario de estado
de los EEUU, Hillary Clinton y las desvergonzadas declaraciones del senador
Lindsey Graham, acerca del magnicidio en Libia, despejan cualquier duda
posible. Hace horas Hillary dijo en CBS News sonriendo y orgullosa: “Llegamos, vimos y él murió” y más tarde
Graham declaró en el canal Fox:
“Vayamos a tierra. Hay mucho dinero para ser hecho en el futuro de Libia. Mucho petróleo será producido. Vayamos a tierra y ayudemos a la gente a establecer la democracia y el funcionamiento de una economía basada en principios del libre mercado."
Un punto aparte en esta
mención merece el curioso hecho de que la muerte de Osama Bin Laden -que habría
sido homicidio pero no magnicidio- no cuenta con registro gráfico alguno. El
supuesto peor enemigo del mundo civilizado aconteció en completo silencio y
debemos creer que ocurrió porque así nos lo dicen quienes proclamaron ser sus
enemigos.
De modo que no nos venga
el engañador de oficio, Barack Obama, a mentir con el cuento de que hay un
nuevo liderazgo de EEUU, es la misma opresión colonial de hace siglos la que
perdura. Solo que ahora no hay que aguardar décadas para que se revele la
trágica verdad; ahora esta surge en horas. Razón tenía el “Ché” Ernesto Guevara
cuando dijo:
"Nuestra libertad y su sostén cotidiano tienen color de sangre y están henchidos de sacrificio."