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Foto: Orlando Letelier |
Mauricio Becerra
Un reciente libro de Lom
Ediciones publica por primera vez en Chile un desconocido análisis de quien
fuera el canciller de Salvador Allende sobre los primeros pasos del modelo
neoliberal que hoy agobia a casi todo el mundo. El escrito intuye antes que
nadie que la brutal represión pinochetista y la ‘libertad económica’ prometida
son dos caras de una misma moneda. Un esclarecedor escrito de Orlando Letelier,
el economista chileno que inspiró la doctrina del shock de Naomi Klein.
“Parece inevitable que en los asesinatos los protagonistas sean
finalmente los criminales. Las víctimas se pierden en la trama sangrienta del
delito y en los recovecos de los preparativos y el ocultamiento”. Así lo
expresa el periodista Héctor Soto en ‘Orlando Letelier: el que lo advirtió’
(Lom Ediciones), dando cuenta de que la figura de un intelectual agudo y
ministro del presidente Allende, esté en la memoria como una de las víctimas de
la dictadura de Pinochet.
El crimen de la DINA en
pleno Washington D.C. ensombreció la lucidez de quien fuera economista,
ministro, embajador ante la ONU y canciller del presidente Allende. Su brutal
asesinato borró la lucidez de sus análisis a las recetas neoliberales que
recién se estaba implementando y que en 1976 eran puestas por la prensa
norteamericana como decisiones ‘técnicas’: desregulación, privatización de las
actividades productivas y de servicio, flexibilidad laboral, fin de barreras
arancelarias, independencia de bancos centrales, privatización de los sistemas
previsionales. O sea, políticas fanáticas de un capitalismo retro.
La advertencia de Letelier
Letelier fue quien
primera intuyó el horizonte de desastre social del modelo neoliberal. Fue quien
primero advirtió que no la implementación de la llamada ‘economía social de
mercado’ era inseparable al estado de sitio al que se sometió al pueblo de
Chile.
En su artículo The
Chicago Boys in Chile: Economics Freedom’s Awfull Toll, publicado en The Nation
en agosto de 1976 traducido e incluido en el libro de Lom, pocos días antes de
su asesinato deja en claro que “las
políticas económicas se introducen precisamente con el fin de alterar las
estructuras sociales”, discutiendo así la separación que hacían en esa
época entre los asesinatos de la dictadura y las recetas neoliberales en
aplicación los medios de EEUU y las instituciones financieras.
“Aquellos que imponen la ‘libertad económica’ sin límite alguno también
debieran ser estimados responsables si los requisitos y resultados de tal
política son la represión masiva, el hambre, el desempleo y la permanencia de
un brutal estado policíaco”- sostiene Letelier en el escrito.
Letelier resalta la
incongruencia de un mercado libre total en un contexto de extrema desigualdad
entre los distintos agentes económicos y el éxito que tuvo la implantación
neoliberal en Chile de afianzar el poder político y económico de una pequeña
clases dominante con la transferencia de riqueza de manos de los trabajadores y
la clase media a los grupos que hoy son los Holdings económicos chilenos.
Y entrega datos: Si en
1972, a sólo un año de la Unidad Popular en el gobierno, los ingresos de la
clase media y los obreros en Chile representaban el 62,9%; en 1974 su
participación en el ingreso se redujo a un 38,2%. En cambio si en 1972 el
ingreso de los grupos económicos era un 37,1%, dos años después pasaron al
61,8%. En poco más de un año la dictadura expolió a los más pobres y las clases
medias del país.
Los años posteriores de
dictadura y de los gobiernos de la Concertación no contribuyeron sino a ampliar
esa brecha.
“La concentración de la riqueza no es un accidente, sino un imperativo;
no es resultado marginal de una situación difícil, sino la base de un proyecto
social; no es un fracaso económico, sino un requisito político”- sentenció
Letelier.
Es más, Letelier advirtió
en su momento que el golpe de Pinochet no fue una simple conspiración militar,
sino que un planificado proyecto político entre la CIA y los economistas de
Chicago para probar un modelo neoconservador, pero que la fuerza de la sociedad
civil chilena no iba a aceptar. No en vano al otro día del golpe, los militares
de la Junta tuvieron en sus escritorios el llamado Ladrillo, acto fundacional
de la “economía social de mercado”.
Inspiración para Naomi Klein
Lo que la periodista y
economista canadiense Naomi Klein inteligibilizó
como la doctrina del shock en su best Sellers del 2007, Letelier lo había
vislumbrado ya en 1976. “Orlando Letelier
fue el primero en articular la estrecha conexión entre neoliberalismo y
violencia”- comenta Klein en un texto inédito publicado que incluye el
libro.
Klein incluso relata su
asombro cuando, estando en Chile, constató que los chilenos no conocían este
texto fundacional de las políticas neoliberales.
El modelo que después se
exportó a Inglaterra, Rusia, Irak, Sudáfrica y hoy recibe el rechazo masivo de
los pueblos del globo, requirió para su implementación estados de excepción de
la población que sería afectada. Los estados de crisis que se aprovecharon tras
el derrumbe del poder soviético en Rusia o el maremoto en Indonesia, fueron muy
bien aprovechados por los ‘técnicos’ neoliberales para ajustar las economías al
patrón de acumulación que expolia a las multitudes para entregar los recursos a
los más ricos.
No en vano en diciembre
del 2006, sólo un mes después de la muerte del economista Milton Friedman, un
estudio de Naciones Unidas constató que el 2 por ciento de los adultos más
ricos del mundo reunían más de la mitad de la riqueza de todos los hogares del
mundo.
El mercado libre y global
que nos han presentado como fruto de la democracia, se valió de la violencia y
del terrorismo contra el individuo y la sociedad para su implementación fue la
conclusión de la intelectual canadiense, algo que balbuceó Letelier antes de
ser asesinado por la bomba terrorista de Pinochet, cuyo fuego no sólo trunco
una destacada carrera, sino que en los últimos años ensombreció para los
chilenos uno de los análisis más asertivos del modelo económico que los
estudiantes recién comienzan a cuestionar.
Fuente: PiensaChile