![]() |
Trincheras en una guerra de posiciones |
De los debates que
venimos haciendo en este blog y el de Fernando Rosso los problemas de la
estrategia marxista y la política del FIT, me fue quedando en el tintero un
asunto teórico que intentaré abordar en este post.
En su momento comenté acá
que la falta de reflexión estratégica impuso en la izquierda una suerte de "posicionalismo absoluto", que
funciona como un "espíritu de época".
De ese enfoque fueron
referentes teóricos los gramscianos argentinos en particular, pero que cruza a
importantes sectores que se reivindican de izquierda, sea porque lo defienden
conscientemente, sea porque en la práctica se dedican a "ocupar
espacios" por fuera de una estrategia revolucionaria que una las
"operaciones aisladas" en un plan de combate contra la patronal y el
estado.
Algo de este debate se
expresa también en las polémicas con todos aquellos que, desde posiciones de
centroizquierda más o menos conservadoras en el terreno sindical, defienden la
política de "acumulación de fuerzas" gradual y siguiendo programas
mínimos o haciendo acuerdos con sectores de la burocracia, fundamentando esto
en que las "condiciones" no dan para otra cosa. Tal el caso de la
Agrupación Naranja de ATEN, que conduce la seccional capital y que trajo hace
unos años a Rolando Astarita a disertar sobre el tema.
Volviendo entonces al
tema de la estrategia, esta parece ser una época con muchos partidarios de la
"guerra de posiciones" por oposición a la "guerra de
maniobras", para utilizar la terminología gramsciana elevada a estrategia
socialdemócrata por Portantiero y Aricó. Sobre esto hemos planteado varias
cuestiones que intentaremos no repetir, dado que más abajo copio un link donde
se puede leer una crítica detallada al respecto.
Lo que me había quedado
en el tintero es el abordaje del uso que hace Gramsci de la expresión
"guerra de posiciones" y sus implicancias para el debate de
estrategias en el marxismo.
Porque la utilización de
estos términos "militares" por Gramsci plantea varias dificultades. Hace
un par de años, este humilde servidor encaró acá un comentario crítico de las
hipótesis estratégicas de los Cuadernos de la Cárcel y de la concepción
política de los gramscianos argentinos. En ese artículo, abordamos la filiación
que estableció J.C. Portantiero entre Gramsci y Mao en su ya clásico trabajo
Los Usos de Gramsci.
Mao es un firme
partidario de la división tajante entre la revolución en las colonias, en las
que sostiene una política de conciliación de clases y en los países centrales,
en los que plantea una larga lucha legal sindical y parlamentaria hasta estar
en condiciones de tomar el poder.
Al igual que Gramsci para
Italia, Mao intenta analizar las particularidades de la sociedad China. Tanto
la concepción de la guerra de posiciones como la de la guerra popular
prolongada comparten una perspectiva de largo aliento para la lucha
revolucionaria. Y de alguna forma, la guerra prolongada es, en el terreno
político, una guerra de posiciones. Pero desde el ángulo militar, Mao sostiene
la inutilidad de la guerra de posiciones desde el punto de vista estratégico
para la guerra revolucionaria china. Su estrategia es de guerra prolongada, su
táctica es la guerra de movimiento, su método la guerra de aniquilamiento.
Gramsci pone el eje de
sus reflexiones en Europa Occidental y la primacía de la guerra de posiciones
no necesariamente se aplica al mundo colonial y semicolonial. En este sentido,
Mao podría ser “gramsciano” en occidente y Gramsci “maoísta” en China. Sin
embargo hay dos diferencias sustanciales: En el caso de Gramsci el uso de
términos tomados del arte militar combina lo conceptual con lo metafórico y no
implica la reducción de la política a la guerra. La guerra de posiciones es una
“guerra” en la cual el momento “político-militar” es fundamental pero
subordinado a la lucha política. Por el contrario, para Mao, la forma
específica de la lucha de clases china es la guerra.
Bueno, si bien lo que
antecede me parece correcto en términos generales y como parte de una polémica
contra la interpretación de Portantiero, que ligaba a Gramsci con Mao para
adscribirlo a una corriente policlasista, este "sentido metafórico y
conceptual" de los términos militares en el lenguaje gramsciano es lo que
me interesa problematizar en esta ocasión.
Porque si bien Gramsci
evita la "reducción de la política a la guerra", su teorización
tiende a crear el efecto contrario: militarizar el lenguaje político de una
forma que tiende a diluir la diferencia entre lucha política y guerra civil.
En este sentido, creo que
es importante destacar que en los Cuadernos de la Cárcel se utiliza mucho más
el concepto de "ciencia política" que el de "estrategia".
Esto tiene que ver con que Gramsci considera que el aporte clave de Lenin al
marxismo es la "teoría de la hegemonía" que identifica con la
política de Lenin para sostener la alianza obrero-campesina en la URSS frente
al descontento de los campesinos (NEP) y con la táctica de Frente Único a nivel
de Europa Occidental para ganar peso en la base obrera de la socialdemocracia,
adoptada por la Internacional Comunista en 1921.
Si bien Gramsci teoriza
sobre los distintos planos de las relaciones de fuerzas, otorgando un peso
importante a las relaciones de fuerzas militares (que subdivide en sus aspectos
político-militar y técnico militar), la
generalización del esquema de la "guerra de posiciones" como concepto
clave de la teoría política y su oposición a la "guerra de
maniobras", tiende a ubicar muy lejos la perspectiva de la guerra civil,
con lo cual la "guerra de posiciones" es una "guerra" en la
cual la lucha política acumulativa es predominante casi todo el tiempo.
Este enfoque, con sus
debilidades, es el que los gramscianos argentinos elevaron a una estrategia
gradualista socialdemócrata, inspirados en Palmiro Togliatti. Y a decir verdad,
en la práctica y aunque sea parcialmente, tiene más seguidores de los que se
reconocen como tales.