
Mujamad
Idrís Ajmad
Ellos lo llaman “la cucaracha aplastada”. Ese manchón salpicado de sangre, huesos y
vísceras que marca el sitio de un exitoso impacto de un “drone” 1. Para aquellos que manipulan las consolas en
Nevada, EEUU, el manchón significa “militantes sospechados” que han sido
recientemente “neutralizados”.
Para aquellos en el sitio, en la mayoría de los
casos, significa que una familia ha sido desbaratada, un hogar ha sido destruido. Desde el 18 de junio del 2004, cuando comenzó
con su política de asesinatos extrajudiciales en Pakistán, la CIA ha dejado
cerca de 250 manchones como esos en tierra pakistaní, embadurnados con los
restos de más de 2.500 individuos, mayormente civiles. Más recientemente, le ha dado por decorar
otras partes del mundo.
Debido a que el gobierno pakistaní y sus
sombrías agencias de inteligencia han sido cómplices en los asesinatos, la CIA
ha sido capaz de hacer todo esto en completa impunidad. Grandes organizaciones de derechos humanos
subyugadas a la administración de Obama le han dado pase. También los medios de comunicación, quienes
de manera acrítica aceptan las afirmaciones oficiales acerca de la exactitud de
sus juguetes letales.
Dos recientes desarrollos podrían cambiar todo
esto.
El combatiente ilegal
El 18 de julio del 2011, tres hombres de una
tribu pakistaní –Karím Ján, Sadaula y Mezol Ján- presentaron una demanda
judicial formal en una comisaría de Islamabad, en contra de John A. Rizzo, ex
Consejero General de la CIA. Hasta su
pase a retiro en junio 25 del 2009, Rizzo sirvió como consejero legal del
programa cuyas víctimas incluyeron al hijo y el hermano de Karím Ján, al hijo
de siete años de Mezol Ján, y a tres miembros de la familia de Sadaula (quien
también perdió ambas piernas y un ojo en el ataque).
En una entrevista con la reportera del semanario
Newsweek Tara McKelvey, Rizzo se jactaba de que él era el responsable por la
aprobación de las “listas negras” de las “operaciones letales”. Los objetivos eran “volados en pedacitos” en
operaciones “como de negocios”, dice. En
admisión propia, él está implicado en “asesinato”. Por cierto, él alardea: “¿cuántos profesores
de leyes han puesto su firma en una sentencia de muerte?”.
Y esa no es la totalidad de la proeza de Rizzo:
él aduce que también estaba “metido hasta el cuello” en el programa de torturas
ilegales de Bush en Afganistán y en otros lugares.
El detallado documento de denuncia que el
abogado Mirza Shajzad Akbar preparó en nombre de los miembros de la tribu
pakistaní fue presentado ante el Secretariado de la Estación de Policía de
Islamabad, cuya jurisdicción territorial incluye la residencia del principal
co-conspirador de Rizzo: el Jefe local de la CIA, Jonathan Banks, quien desde
entonces huyó de Pakistán. Como parte de
una conspiración para cometer un asesinato en Pakistán, Akbar cree que Rizzo
está sujeto al código penal pakistaní.
El celebrado abogado defensor de derechos
humanos Clive Stafford Smith, mejor conocido como el némesis de George W. Bush
en Guantánamo, está liderando una campaña para asegurar una orden de arresto
internacional contra Rizzo. Preguntado
sobre cuestiones de jurisdicción, Smith me dijo que “no hay problema de
jurisdicción. Esta es una serie de
crímenes, incluyendo asesinato,…cometido en suelo pakistaní contra ciudadanos
pakistaníes”. Él insiste en que “no hay
dudas de que [Rizzo] es imputable por los crímenes que está cometiendo. El único problema es de si va a enfrentar las
consecuencias, o si va a ser mantenido escondido por las autoridades”.
Smith, quien dirige la ONG británica Reprieve[i], es un hombre
práctico, desinteresado en meros gestos simbólicos. Anteriormente demandó exitosamente a la
administración Bush por acceso legal a los prisioneros de Guantánamo, y hasta
ahora ha asegurado la libertad para 65 de ellos. Él tiene confianza de que una vez que la
policía de Islamabad genere una orden de captura, Interpol no tendrá más
remedio que seguir el caso. Es más, él
nota: dependiendo del éxito de este caso en prueba, ellos lo podrán ampliar
hasta incluir también a los operadores de los aviones zánganos.
La posición de los EEUU hasta ahora es la de
afirmar-o que actúa en defensa propia, o la de hacer la política [de ataques]
más potable desestimando su costo humano.
Ninguno de los argumentos es justificable.
Las leyes de la guerra no prohíben la muerte de
civiles a menos que esta sea deliberada, desproporcionada o
indiscriminada. Sin embargo, los
abogados Akbar y Smith rechazan la aplicabilidad de estas leyes a la guerra de
los zánganos de la CIA. “Los EEUU tienen
que cumplir las leyes de la guerra”, dijo recientemente Smith al diario
londinense The Guardian. Pero “el problema
acá es que ésta no es una guerra”. No
existe un declarado estado de conflicto entre EEUU y Pakistán.
Aún más: Gary Solis de la Universidad de
Georgetown, un experto en leyes de guerra, dijo al semanario Newsweek que “los
[miembros de la] CIA que pilotean Vehículos Aéreos No Tripulados son civiles
involucrados directamente en hostilidades; un acto que los transforma en
‘combatientes ilegales’ y posiblemente sujetos a enjuiciamiento.
Asesinato
en números
El gobierno de los EEUU ha hecho remarcadas
afirmaciones sobre la extraordinaria exactitud de sus armas maravillosas. En una conferencia de prensa al comienzo de
este año, el principal consejero de anti-terrorismo del presidente Obama, John
Brenan, insistió en que “durante el año pasado casi no ha habido una sola
muerte colateral” en la guerra de los zánganos de la CIA.
Esto sería ciertamente admirable si no fuera
demostrablemente falso. Una importante
investigación realizada por la ONG El Buró de Periodismo Investigativo (TBIJ,
por sus siglas en inglés[ii]) basada en
Londres, mostró que en solamente diez ataques de zánganos de la CIA desde
agosto del año pasado, hubo un mínimo de 45 individuos muertos que fueron
confirmados como civiles. Estos incluyen
mujeres, niños, policías, estudiantes y rescatistas entre otros. TBIJ ha identificado también 15 ataques
adicionales en los que 65 civiles más habrían sido muertos.
A diferencia de las dos fuentes más citadas -y
menos confiables- en casos de víctimas de zánganos –el New American Foundation
y el neoconservador Long War Journal, la investigación de TBIJ no descansa en
afirmaciones oficiales o reportes de prensa que se basan exclusivamente en
ellas.
Chris Woods, el periodista que lideró la
investigación de TBIJ, me dijo al comienzo de este mes que, aparte de revisar
miles de informes de prensa acerca de los ataques –incluyendo aquellos escritos
a días, semanas, e incluso meses luego del primer incidente, el Buró trabajó
con periodistas, investigadores, y los abogados que representan a los civiles
muertos en los ataques. El Buró ha
empleado también sus propios investigadores en Waziristán para corroborar la
evidencia que ha acumulado.
Sin embargo, como hace notar el Buró, sus
números de víctimas civiles son “un estimado conservador”. Ha incluido en su lista solamente aquellos
cuyo estatus civil puede conformar a través de múltiples fuentes. Los números reales son mucho más altos. Pero dada las restricciones para viajar por
la región, una más amplia evaluación del costo humano de esta guerra permanece
siendo imposible.
El respetable periodista pakistaní Rajmimula
Yusufzai me dijo que ya no está permitido a periodistas extranjeros viajar a la
región tribal y que, como resultado, la mayoría de los reportes de prensa
provienen de un puñado de informantes basados en Miransha y Mir Alí.
Confinado al ambiente de las dos principales
ciudades de la región, incluso los periodistas basados en el FATA[iii] tienen que
llamar a la oficina de prensa militar para obtener información sobre los
ataques que ocurren más allá de esos límites.
El tipo de coraje mostrado por Nur Beram, de 39 años de edad, quien
fotografió las secuelas de 27 ataques de zánganos en el norte y sur de
Waziristán entre el 29 de noviembre del 2008 y el 15 de junio del 2011, es
raro. Las fotos están actualmente en
exhibición en la galería Beaconsfield de Londres. Sin sorprender a nadie, la imagen que surge
de estas fotos no precisamente cuadra con las afirmaciones de la CIA. “Por cada diez o quince personas muertas”
-declaró Nur Beram a The Guardian- “tal vez ellos consiguen un militante”.
La CIA afirma que de los casi 2.500 pakistaníes
muertos en ataques de zánganos, 35 eran “objetivos de alto valor”; esto es,
gente que la CIA intentaba de hecho matar.
El resto, afirma, eran sobre todo “militantes sospechados”.
El mundo de los generadores de ideología llamado
think-tanks es incluso más lingüísticamente discutido. En la base de datos de New American
Foundation no hay una categoría para “civiles”: hay solamente “militantes” y
“otros”. Hasta ahora teníamos solamente la palabra usada por la CIA y el ISI[iv] para el
presuntamente culpable entre aquellos muertos.
Dada la historia de ambas organizaciones, hay un amplio lugar al
escepticismo. Pero a raíz de la
investigación del Buró TBIJ, sería inteligente que el público tratara a las
futuras víctimas de la guerra de los zánganos como civiles, a menos de que se
pruebe lo contrario.
Pero incluso si la culpabilidad [de la víctima]
es establecida, su muerte todavía constituye un asesinato extrajudicial, ya que
no hay un estado de hostilidades declarado entre EEUU y Pakistán. Se ha recorrido un largo camino desde julio
del 2001, cuando luego de los “asesinatos selectivos” de palestinos realizados
por Israel, el entonces embajador en Israel de EEUU Martin Indyk declaró que
“el gobierno de los Estados Unidos está muy claramente en contra de los
asesinatos selectivos…son asesinatos extrajudiciales, y no los apoyamos”.
Bajo la presidencia de Obama, los asesinatos
extrajudiciales fueron adoptados como la alternativa menos complicada a la
detención. Al comienzo de este año,
Newsweek citó al “svengali”[v] legal de Obama,
Kenneth Anderson, de la Universidad Americana, autor de un ensayo sobre el tema
que todos los funcionarios de la Casa Blanca de Obama leyeron, diciendo que “ya
que de todas maneras la situación política y legal de los EEUU ha hecho de los interrogatorios
agresivos una actividad cuestionable, hay menos razones para buscar de capturar
en vez de matar”.
“Y si uno tiene intenciones de matar, el
incentivo es el de hacerlo desde una posición a distancia, porque elimina
sucias cuestiones acerca de una posible rendición [del enemigo]”
Consecuencias diferidas
Hasta ahora, la política de los zánganos ha sido
un desastre definitivo. El puñado de
líderes muertos del Talibán y al-Qaeda ha sido reemplazado por una dirección
más cruel que ha expandido progresivamente su ámbito operacional dentro del
territorio continental pakistaní. Al
grado en que “militantes” son muertos, los mismos son mayormente soldados rasos
de infantería, cuyas muertes no tienen un impacto discernible sobre el
desenlace de la insurgencia;
efectivamente, [las muertes] meramente ayudan a profundizar el
resentimiento [de la población] y a ampliar la base de apoyo de los
militantes. La práctica de la CIA de
bombardear funerales y rescatistas ha asegurado que incluso aquellos que de otra
manera podrían desdeñar al Talibán, se identifican con ellos como víctimas
comunes de un adversario excepcionalmente bárbaro. Ante la imposibilidad de contra-atacar a los
EEUU, el Talibán se venga en soldados pakistaníes y en civiles, en ataques que
no son menos brutales.
Hace dos años, cuando hablé con Yusufzai en
medio de una de las más feroces olas de ataques terroristas en Peshawar, él
permanecía optimista acerca de que, una vez que los EEUU se retiraran de
Afganistán, la militancia cedería. Los eventos
de los dos últimos años han atemperado su optimismo. Cuando hablé con él la semana pasada de
nuevo, me dijo que las condiciones se han deteriorado tanto que Pakistán va a
tener que vivir con las consecuencias de la imprudente guerra de los EEUU por
mucho tiempo después de que se retiren.
Los ataques de zánganos están simplemente complicando el enredo.
Activistas de campañas en Gran Bretaña y
Pakistán están decididos a llevar transparencia a la guerra secreta de Obama, y
justicia a sus víctimas. El abogado
Akbar me dijo en un correo electrónico que, con su equipo de investigadores, él
está “trabajando para desenterrar información más allá de los reportes de
prensa, tratando de establecer las identidades de los individuos asesinados en
ataques de zánganos”. Él ahora
representa un creciente número de individuos que han perdido miembros de su
familia a causa de los zánganos de la CIA, y muchos más están saliendo a la
luz.
“Este es único principio de una larga, larga,
pacífica batalla para detener este tipo de “asesinato por juego de vídeo”, dice
el abogado Smith.
“Lo que más necesitamos son aliados deseosos de
trabajar con nosotros, y que ayuden a proveer información verdadera acerca de
lo que realmente está ocurriendo en el terreno en las áreas fronterizas de
Pakistán”.
Notas
[i] ONG de asistencia legal y defensa de los derechos humanos de
prisioneros. –www.reprieve.org.uk
[ii] http://www.thebureauinvestigates.com/
[iii] FATA, siglas en inglés de Áreas Tribales bajo Administración Federal. Zona en la frontera entre
Pakistán y Afganistán poblada por miembros de tribus Pashtún y musulmanes
shiítas.
[iv] Inter-Services Intelligence – Servicio de Inteligencia Pakistaní
[v]Persona maléfica y manipuladora.
Expresión usada en inglés, tomada del personaje de la novela Trilby,
de George du Maurier
Notas del traductor
1. La palabra drone en inglés Se traduce como zángano, abeja macho. Tal vez debido a la acepción negativa de la palabra “zángano” en la lengua castellana, la prensa sumisa generalmente no tradujo la palabra, y la usa en su forma original en inglés. El nombre “inocuo” aceptado en castellano para estos aparatos es “VANT”, siglas de Vehículo Aéreo No Tripulado.Para mí, zánganoes de alguna manera un nombre apropiado, y uso la palabra en el texto de mi traducción para referirme a los aparatos asesinos.
2. ONG de asistencia legal y defensa de los derechos humanos de prisioneros. –www.reprieve.org.uk
3. http://www.thebureauinvestigates.com/
4. FATA, siglas en inglés de Áreas Tribales bajo Administración Federal. Zona en la frontera entre Pakistán y Afganistán poblada por miembros de tribus Pashtún y musulmanes shiítas.
5. Inter-Services Intelligence – Servicio de Inteligencia Pakistaní
6. Persona maléfica y manipuladora. Expresión usada en inglés, tomada del personaje de la novela Trilby, de George du Maurier
2. ONG de asistencia legal y defensa de los derechos humanos de prisioneros. –www.reprieve.org.uk
3. http://www.thebureauinvestigates.com/
4. FATA, siglas en inglés de Áreas Tribales bajo Administración Federal. Zona en la frontera entre Pakistán y Afganistán poblada por miembros de tribus Pashtún y musulmanes shiítas.
5. Inter-Services Intelligence – Servicio de Inteligencia Pakistaní
6. Persona maléfica y manipuladora. Expresión usada en inglés, tomada del personaje de la novela Trilby, de George du Maurier
Traducción del inglés por Rolando “El Negro” Gómez
Fuente: http://english.aljazeera.net/indepth/opinion/2011/07/20
Fuente: http://english.aljazeera.net/indepth/opinion/2011/07/20