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Ariel |
Silvestre Montilla
En los últimos días hemos visto la cara de la más cruenta de las barbaries que muestra el imperialismo cuando entra en crisis el sistema que lo sustenta, Libia ha mostrado la profunda inmoralidad de las potencias de occidente cuando nos hablan de democracia y DD.HH.
Lo que comenzó como
movilizaciones por demandas legítimas y como ecos de la revolución Árabe;
inmediatamente fue confiscado y puesto al servicio de los intereses de las
trasnacionales imperiales, quienes ahora no sólo se disputan los recursos que
ya Gadafi había entregado, sino que también se pelean por los cuantiosos
contratos para reconstruir lo que el negocio de la guerra ha destrozado.
No dudamos del carácter
dictatorial y autocrático de quien por décadas fuera un líder nacionalista y
símbolo de la liberación de los pueblos y que desde hace algunos años en actos
de indiscutible traición vino dando el más grosero de los virajes en una serie
de pactos, entregas y concesiones con el capital trasnacional, así como la
sistemática represión y persecución contra el pueblo Libio y sus organizaciones
de avanzada; Gadaffi por muchos años representó peligro e incomodidad para
occidente, pero desde hace poco más de una década fue uno de sus más grandes
aliados en la región y el más disciplinado de su colaboradores, en actos de
obscena reciprocidad, éste permitió la privatización de los recursos libios y a
cambio, las potencias imperialistas le bajaron dos a las campañas y ataques en
su contra permitiéndole el ingreso a los organismos de cooperación económica
internacional , asistir a las grande cumbres y entrar en una especie de
coexistencia pacífica que representó para el líder Beduino una especie de
relación “ganar-ganar”.
Por esto decimos que las
banderas inicialmente levantadas por el pueblo Libio pudieron haber sido sin
ninguna duda, absolutamente legítimas, pero estas fueron inmediatamente
confiscadas, secuestradas y puestas al servicio de los planes imperiales,
quienes después de haber sido íntimos de Gadaffi, de manera hipócrita e inmoral
empezaron a mostrarse “horrorizados” y “preocupados” por la libertad y los
DD.HH en Libia y tras el clásico lobby y la campaña mediática preparadora de
subjetividades; comenzaron su más brutal agresión y destrucción contra este
país del Magreb, reduciendo a la mayoría de los inicialmente “rebeldes” a
miserables mercenarios y operadores de sus planes en tierra y gestores del
nuevo saqueo la pueblo Libio.
Por esto la fulana
libertad que hoy se proclama en la libia sin Gadaffi no es más que un mero
eufemismo, una libertad que nace hipotecada hasta la médula a los intereses
imperiales y sus planes geoestratégicos, una libertad a la que le fue impuesta
una bandera monárquica y por lo tanto tiránica como símbolo elocuente de su
naturaleza y función, una libertad representada por títeres mercenarios otrora
responsables de la tiranía de Gadaffi y hoy maquillados y renovados dispuestos
a seguir la función.
Mientras tanto, el
heroico pueblo libio continúa resistiendo a los ataques y a la masacre por
parte de occidente y sus lacayos; desde aquí nuestra más comprometida
solidaridad, con la confianza de una de nuestras principales consignas “solo el
pueblo salva al pueblo”.