![]() |
Vicman |
Alan Woods /
Especial para Gramscimanía
Europa está al borde de
un precipicio. Este es el juicio, no sólo de los marxistas, sino de los
estrategas más serios del Capital. Apenas seis semanas han pasado desde el
último paquete de rescate griego, y ya se está desmoronando. Ahora hay una
crisis general de confianza en las filas de la burguesía internacional. El
pánico, que se refleja en los giros salvajes de las bolsas de valores, se ha
extendido rápidamente desde Europa a América. Es una especie de contagio mortal
que ha infectado a todos los grandes países de la zona euro.
En la actualidad se
especula abiertamente acerca de la supervivencia del euro e incluso de la
propia Unión Europea (UE). Toda la situación pende de un hilo. Y todo ¿por qué?
Debido a que Grecia no puede pagar sus cuentas. Pero esto no era ninguna
sorpresa. Toda persona seria sabía muy bien que la crisis de la economía griega
era tan profunda que todos los paquetes de rescate aprobados lo único que
podían hacer era comprar un poco de tiempo.
Ahora ha llegado el
momento. Grecia no puede pagar sus cuentas y eso es todo. Entonces ¿por qué
tanto alboroto? ¿Por qué los problemas de un país pequeño de la periferia de
Europa pueden dar lugar a una tragedia de tales dimensiones? Se podría llamar
una tragedia griega, si no fuera por el hecho de que no está en absoluto
confinada a Grecia. Su origen debe buscarse más allá de los límites de Grecia y
sus repercusiones también se harán sentir muy lejos.
¿Por qué están los
líderes europeos desviviéndose en un intento desesperado por recuperar la confianza?
¿Por qué está Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo,
exigiendo estrictas normas presupuestarias? ¿Por qué Mario Draghi, presidente
del Banco de Italia y sucesor de Trichet en el BCE, ha pedido límites
estrictos, no sólo en los presupuestos, sino también en toda una serie de
políticas económicas nacionales?
En las raíces de los
nervios de los mercados hay dudas sobre la estabilidad de los bancos de Europa.
No es una casualidad que los títulos bancarios fueron los más afectados por el
crash bursátil reciente. Después de la última crisis se produjo un agujero
negro en los bancos que los gobiernos han estado tratando de llenar a paladas
con miles de millones del dinero de los contribuyentes. El resultado ha sido
prácticamente nulo. Los bancos no prestan, los capitalistas no invierten, las
economías están estancadas, el desempleo está creciendo, y ahora están al borde
de una nueva depresión.
El problema es que hoy
mismo, nadie sabe cuál es la deuda real de los bancos. Décadas de desregulación
y especulación incontrolada en cosas como fondos de cobertura, cuyo
funcionamiento es muy oscuro, significan que el peligro para el sistema
financiero mundial ha sido sistemáticamente subestimado, igual que la mayor
parte de un iceberg que no se puede ver porque está sumergido.
Lo que se sabe es que los
bancos franceses y alemanes están muy expuestos en Grecia. Esto por sí solo
explica la tierna preocupación con que los gobiernos de París y Berlín ven la
crisis griega. Si Grecia declara la cesación de pagos (o más bien, cuando lo
haga), esto sería seguido inmediatamente por una crisis del sistema bancario en
los dos países más importantes de la UE. Es por eso que han improvisado un
"fondo de rescate", el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera. Pero
es un típico caso de "demasiado poco y demasiado tarde".
La crisis que comenzó con
la quiebra de los bancos ha pasado ahora a expresarse como la quiebra de
naciones enteras. Si Grecia colapsa, otras economías más importantes la
seguirán. Por eso los líderes de la zona euro convocaron una cumbre de
emergencia en Polonia. Sus planes anteriores están en ruinas. El canje de deuda
que se acordó en julio ahora está muerto en el agua. Van a tener que tirarlo a
un lado y conceder a Grecia algún tipo de alivio de la deuda para evitar un
colapso que podría tener efectos devastadores en toda Europa.
Europa y América
Tarde o temprano las
autoridades de la UE deben decidir: o aliviar a Grecia e Irlanda de sus
programas de austeridad, o bien tirar del enchufe y empujarlos al abismo con el
incumplimiento de sus pagos. Pese a todos los discursos valientes a favor de
mantener a Grecia dentro de la zona euro, al final van a tener que tomar este
último curso. Esto tendrá las consecuencias más graves para Europa y para la
economía mundial.
Si la UE y el FMI deciden
que no pueden continuar tirando su dinero, y le retiran su apoyo, esto
empujaría a Grecia al abismo. Esto daría lugar a lo que más temen los mercados:
una cesación desordenada del pago de la deuda. Las consecuencias sociales,
políticas y económicas de esta medida serían incalculables -y no sólo para
Grecia. Este escenario significaría el caos a una escala épica.
Pero esta perspectiva
está provocando alarma en los círculos de poder en Europa. Los economistas ya
hablan de la ruptura de la zona euro, dejando a Portugal, Italia, Irlanda,
Grecia y España fuera de ella. Pero si dices "A", también debes decir
"B", "C" y "D". La globalización significa que
todas las economías de Europa están vinculadas entre sí. Así que lo que sucede,
incluso en una economía más pequeña como Grecia, inevitablemente, afectará a
todos los demás.
¿Cuáles serían las
consecuencias para el resto de Europa: Gran Bretaña, Francia, sí, y Alemania
también? Que daría lugar a una reacción en cadena de bancos quebrados en esos
países. Los bancos franceses están muy expuestos en Grecia, pero también lo
están los bancos alemanes. Los bancos británicos están bastante menos expuestos
en Grecia, pero muy expuestos en Irlanda. Los bancos austriacos están expuestos
en Italia, y así sucesivamente.
Los resultados serían
catastróficos para Europa, y no sólo para Europa. Un colapso económico en
Europa enviaría un tsunami a través del Atlántico, ejerciendo presión sobre el
dólar y amenazando con socavar la inestabilidad financiera puesta en marcha en
los EE.UU. Cuando Grecia caiga se plantearía inmediatamente la cuestión del
contagio a otros países. Irlanda, Portugal, España e Italia caerían como fichas
de dominó. Los bancos se derrumbarían, empezando por los bancos griegos y
chipriotas, para luego alcanzar al Reino Unido y al sistema financiero de
EE.UU., los cuales no son sólidos.
A fin de evitar que esto
ocurra, algunos economistas burgueses están discutiendo otras posibilidades:
por ejemplo, un "Plan Marshall" alemán para Grecia y el sur de
Europa. La idea parece infantilmente simple: Alemania recibió millones de
dólares en ayuda del Plan Marshall, lo que le permitió reconstruir su economía
destrozada después de 1945. ¿Por qué no puede hacer Alemania lo mismo para el sur
de Europa? Esto es lo que los estadounidenses están exigiendo cada vez con más
insistencia.
Por desgracia, el
paralelo histórico es un error. En 1945 los EE.UU. disfrutaban de una hegemonía
total sobre sus competidores. Su industria estaba intacta, mientras que Europa
y Japón fueron devastados por la guerra. Dos terceras partes del oro del mundo
estaban en Fort Knox. Entonces el dólar era "tan bueno como el oro".
Por encima de todo, la economía capitalista mundial estaba entrando en una fase
de auge que duró casi tres décadas. Ninguno de estos factores existe en la
actualidad.
Alemania es la primera
potencia de Europa, pero no posee las reservas económicas prácticamente
ilimitadas que los EE.UU. disfrutaban en 1945. Sus hombros son anchos, pero no
lo suficientemente fuertes como para soportar el peso de los déficit acumulados
de Grecia, Irlanda, Portugal, España, Italia y del resto. Lo más importante,
Europa y el mundo no están al borde de un largo período de auge, sino, por el
contrario, en la víspera de una nueva recesión y de un prolongado período de
dificultades económicas y de austeridad.
Barack Obama acusa a la
zona del euro de arrastrar de nuevo al resto del mundo a la crisis, pasando por
alto convenientemente la pequeña cuestión de la enorme crisis fiscal de EE.UU.
y la incapacidad de los Republicanos y Demócratas de ponerse de acuerdo en un
plan serio para reducir el enorme déficit presupuestario.
Los estadounidenses están
pidiendo desesperadamente a Alemania que "haga más" para sacar a
Europa de la crisis. Los alemanes no sólo deben reducir impuestos, sino que
deben impulsar la economía, enviar más dinero a Grecia, e impulsar un estímulo
fiscal coordinado en el norte de Europa. Alemania debe hacer esto y Alemania
debe hacer aquello. Pero ¿quiénes son los americanos para decirle a los
alemanes lo que deben hacer?
Sí, dicen los europeos,
pero ¿quién paga todo esto? A esta pregunta sólo puede haber una respuesta:
Francia y Alemania, o más correctamente, Alemania, que es el banquero de Europa
de última instancia. A quienes han hablado con elocuencia de un Plan Marshall
para Grecia se les está requiriendo educadamente que pongan su dinero en vez de
sus bocas. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. Esto plantea de
inmediato problemas políticos que no pueden superarse fácilmente.
¿Eurobonos?
Hace veinte años, después
del colapso de la URSS, la clase dominante alemana tenía grandes ambiciones. Su
idea era que una Alemania unificada podría dominar Europa, alcanzando con su
poderío económico lo que Hitler no pudo hacer por la vía militar. Durante las
últimas dos décadas, Francia ha sido empujada cada vez más hacia un segundo
lugar y Alemania ahora lleva la batuta de Europa.
La idea de una unión de
Europa más estrecha será de interés para los sectores de la clase dominante
alemana que todavía se entretienen con algunas ilusiones de grandeza. Pero los
últimos 20 años han convencido a Alemania de que tales ambiciones pueden venir
con una etiqueta con un precio muy elevado. Esta contradicción ha sido expuesta
en el reciente debate sobre la posible creación de "eurobonos".
Guy Verhofstadt, líder de
la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa en el Parlamento Europeo,
es sólo uno más en un coro creciente de voces que piden la creación de
eurobonos. El ministro de Finanzas de Alemania, Wolfgang Schäuble, ha sugerido
que Europa necesita moverse hacia la unión fiscal.
Los Verdes y el SPD
(socialdemócratas) en Alemania ya declararon su respaldo a los eurobonos. Pero
se enfrentan a una resistencia electoral, no sólo contra la unión fiscal, sino
en contra de los rescates en general. Los franceses han expresado su apoyo a la
propuesta. Incluso los dirigentes conservadores británicos han adoptado una
actitud sorprendentemente positiva (lo que en sí mismo es un indicio de la
gravedad de la crisis), que les está causando problemas con sus bases.
Por un lado, esta idea
contiene una cierta lógica. Toda la historia demuestra que es imposible lograr
una unión monetaria firme y duradera sin algún tipo de unión política. Pero aquí
surgen inmediatamente nuevas contradicciones. La creación de los eurobonos
requiere un grado de consenso político que simplemente no existe.
Cualquier movimiento en
la dirección a la unión fiscal (unidad presupuestaria, de ingresos e impuestos
para toda Europa) encontrará una feroz resistencia. También sería necesaria una
revisión fundamental de los tratados fundacionales de la Unión Europea.
La experiencia de la
farsa sobre la Constitución Europea demuestra que no es fácil conseguir que la
gente vote más poder para Bruselas (sede de la UE) ni en los parlamentos
nacionales ni en los referendos. Y el estado de ánimo de euro-escepticismo se
ha convertido aún más fuerte desde entonces.
Pero los gobiernos de
Alemania y otros del norte de Europa se encuentran bajo la presión de una
opinión pública cada vez más inquieta, que no está dispuesta a pagar las deudas
de Estados extranjeros. El gobierno de Merkel es impopular y acaba de sufrir
una severa derrota humillante en varias elecciones regionales recientes en
Alemania.
Por el momento, Merkel se
esfuerza por no sacar los pies del plato: Grecia debe permanecer en la zona del
euro, el euro debe mantenerse, y Alemania hará esto y hará lo otro. Pero el
hecho es que Alemania, la economía más poderosa de Europa, está mostrando
signos de tensión. Su economía se está desacelerando, como consecuencia del
estancamiento general de la economía mundial. Sus políticos están mostrando
signos de impaciencia porque continuamente se les está pidiendo que se metan
las manos en los bolsillos.
Hasta ahora la UE ha
rescatado a la economía griega, o al menos le ha proporcionado algunos fondos
con los que el asediado gobierno de Papandreu ha podido pagar los salarios de
sus funcionarios y las jubilaciones de sus ancianos. Pero necesita más dinero.
Es como echar dinero a un pozo sin fondo. Y al final, de una manera u otra,
Grecia terminará declarando la cesación de pagos.
Todo lo que se ha hecho
es, una vez más, darle un poco de respiro a Grecia. Pero esto tiene un costo
enorme para el pueblo griego, que tiene que pagar la factura. Como siempre, no
son los banqueros ni los especuladores quienes tienen que pagar, sino los
sectores más pobres de la sociedad: los trabajadores, los desempleados, los
ancianos y los enfermos.
El precio de la "estabilización
de las finanzas" y la "reestructuración" de su economía es un
brutal recorte de los niveles de vida y un aumento del desempleo. Esto
conducirá a una nueva caída en los ingresos estatales y por lo tanto a un mayor
incremento en el déficit de las finanzas públicas. ¿De qué manera esta locura
podría ayudar a Grecia a pagar sus deudas? Es un misterio. En comparación, los
Misterios de Eleusis de la antigüedad eran un juego de niños.
Sin crecimiento
económico, los ingresos fiscales se mantendrá estancados, y la capacidad de
pago de la deuda seguirá disminuyendo. Sin embargo, la desaceleración económica
mundial y la presión despiadada para reducir el déficit a través de la
austeridad, han sumido a Grecia en una profunda depresión. A pesar de todos los
sacrificios dolorosos de su pueblo, el gobierno de Atenas sigue sin cumplir sus
objetivos de reducir el déficit fiscal.
La alarma de esta
perspectiva está obligando a los políticos de Bruselas a tomar medidas de
emergencia para evitar el colapso inmediato de la economía griega. Ellos
disponen aún de una serie de instrumentos que pueden utilizar: una relajación
de las exigencias de los acreedores y un acuerdo para no presionar demasiado a
Atenas para que cumpla con metas fiscales irrealizables. Esto sería algo muy
lógico, con el argumento de que no es posible exprimir sangre de una piedra.
No puede haber ninguna
solución para los problemas de Europa sin crecimiento económico. La estabilidad
económica, social y política de toda Europa depende de esto, y no sólo de
Grecia. Pero no hay perspectivas de una recuperación del crecimiento en el
futuro cercano.
Las tendencias proteccionistas
El coro ensordecedor que
existe en Europa demuestra que no faltan propuestas. Tienen propuestas para
llenar un océano. El problema es que ninguna de estas propuestas puede hacer
nada para resolver los problemas inmediatos de la zona euro. No pueden pagar
las deudas de Grecia. No pueden evitar que el problema se extienda a otros
países. No se puede restaurar la confianza destrozada de los inversores.
En el escenario más
optimista, podrían posiblemente (sólo posiblemente) aliviar algunos problemas a
largo plazo (aunque, como señaló Keynes, a largo plazo todos estaremos
muertos). Pero no pueden hacer nada para resolver la crisis actual, que está
claramente fuera de control.
La confusión desesperada
de los economistas está ilustrada por el extraño espectáculo de Jeff Sachs, el
hombre que impulsó el neoliberalismo en Europa del Este, que llamó a recrear
una versión global del New Deal. El problema es que este tipo de sugerencias
son anatema para el Congreso estadounidense dominado por los Republicanos, que
está empeñado en seguir las políticas opuestas.
Ni la economía de libre
mercado ni las políticas keynesianas de estímulo han funcionado, o pueden
funcionar. Los gobiernos y sus asesores economistas están en un estado de
desesperación. No hay más dinero para estímulo fiscal, pero las políticas de
austeridad sólo sirven para deprimir la demanda aún más, agravando la crisis.
El mayor temor es que una
nueva recesión provoque el resurgimiento de tendencias proteccionistas y
devaluaciones competitivas, como ocurrió en la década de 1930. Esto tendría
efectos catastróficos sobre el comercio mundial y representa una amenaza para
la propia globalización. Todo lo que se ha logrado en los últimos 30 años se
puede desenredar y convertir en su contrario.
Las medidas anunciadas
recientemente por el Banco Nacional de Suiza para reducir el valor del franco
suizo es una advertencia de cómo son las cosas a la deriva en dirección a las
políticas proteccionistas y las devaluaciones competitivas. Esto fue lo que
convirtió la crisis 1929-1933 en la Gran Depresión de la década de 1930. Lo
mismo puede suceder otra vez.
¿El peligro de la reacción?
Hemos señalado en repetidas
ocasiones que todos los intentos de la burguesía por restaurar el equilibrio
económico van a destruir el equilibrio social y político. Grecia es una prueba
de esta afirmación. Ya la estabilidad social y política ha sido destruida. Y la
comprensión de que todos los sacrificios han sido en vano hará que las medidas
de austeridad sean completamente intolerables.
Es posible que la clase
dominante griega busque una solución a sus problemas mediante un movimiento
hacia la reacción, como lo hizo en 1967. Sin embargo, los trabajadores griegos
recuerdan 1967 y los crímenes de la Junta Militar. Cualquier movimiento en esa
dirección ahora provocaría una guerra civil.
Esto es reconocido por un
analista político estadounidense, Barry Eichengreen (profesor de Economía y
Ciencias Políticas en la Universidad de California, Berkeley.) En un artículo
reciente, significativamente titulado: Europa al borde de una ruptura política,
afirma: "En la propia Grecia, la estabilidad política y social es ya
tenue. Una bala de goma mal dirigida puede ser todo lo que se necesita para
convertir la protesta en la calle en una guerra civil abierta."
Barry Eichengreen no es
el único. Paul Mason, el editor de economía de la BBC2 's Newsnight escribe:
"En las cancillerías de Europa, sobre todo en Berlín, se tratan cuestiones que son imposibles de mencionar. Hay un desfase total entre las expectativas políticas y lo que es inminente.
"Esto me recuerda -como mucho de lo que acontece en 2011- a 1848. Metternich despreciando por la ventana a una multitud irrelevante unas horas antes de su indecoroso derrocamiento. Guizot, incapaz de respirar por la impresión que le causó la renuncia a su ministerio. Thiers, primer ministro durante un día, sufriendo un ataque a su carruaje Tourette siglo XIX, acosado por las masas... "
"En las cancillerías de Europa, sobre todo en Berlín, se tratan cuestiones que son imposibles de mencionar. Hay un desfase total entre las expectativas políticas y lo que es inminente.
"Esto me recuerda -como mucho de lo que acontece en 2011- a 1848. Metternich despreciando por la ventana a una multitud irrelevante unas horas antes de su indecoroso derrocamiento. Guizot, incapaz de respirar por la impresión que le causó la renuncia a su ministerio. Thiers, primer ministro durante un día, sufriendo un ataque a su carruaje Tourette siglo XIX, acosado por las masas... "
Estas líneas muestran que
los estrategas de la burguesía más inteligentes están muy alarmados por los
acontecimientos de Grecia. El problema no es tanto que esto pudiera conducir a
una guerra civil. El problema es que la burguesía griega no está segura de
ganar esa guerra. La clase obrera está invicta. Detrás suyo siente el apoyo de
la masa de la población griega -no sólo de los obreros y campesinos, no sólo de
los estudiantes e intelectuales, sino también de los pequeños comerciantes y
taxistas- que se ven obligados a sacar conclusiones revolucionarias por el
repentino colapso de su nivel de vida.
Los políticos de Bruselas
temen que Grecia se vuelva ingobernable. Si todavía no ha llegado a este punto
es gracias a los dirigentes reformistas. La dirección del PASOK (socialista)
está ansiosa por demostrar sus "cualidades de estadista" y su
patriotismo, es decir, su dedicación a los intereses de los banqueros y
capitalistas; dispuesta a llevar sobre sus hombros todo el odio del programa de
austeridad, e incluso a sacrificarse ante el altar del capital griego y
europeo, si es necesario.
En noviembre de 2001 se
produjo una cesación de pagos descontrolada en Argentina, acompañada de una
fuga de depósitos bancarios. Los bancos cerraron sus puertas, hubo protestas
masivas en las calles y el presidente tuvo que huir de la azotea de su palacio
en un helicóptero. Algo similar podría ocurrir en Grecia, donde los
manifestantes han colgado una pancarta en la verja del Parlamento que muestra a
un helicóptero llevándose al primer ministro George Papandreu.
El gobierno es
profundamente impopular. Pero, ¿quién podría reemplazarlo? El partido de la
oposición de derecha no quiere hacerse cargo de las riendas del gobierno, en
condiciones de crisis aguda con una clase obrera ya despertada. No es en la
derecha donde la burguesía se ve obligada a apoyarse para salvarse, sino en los
dirigentes del PASOK. Políticos como Evangelos Venizelos y Elena Panaritis
(cargos no electos, asesores del Primer Ministro Papandreu, educados en
Occidente) y Papandreu mismo son los salvadores de la burguesía: su única
defensa contra las masas.
Es la misma historia en
toda Europa. Sin los dirigentes reformistas el capitalismo no podría durar ni
una semana. Por esa misma razón, hablar sobre el peligro del fascismo y del
bonapartismo, no tiene sentido en la actualidad. La clase dominante en toda
Europa debe basarse en las organizaciones obreras reformistas. La burguesía no
necesita a los fascistas en este momento. Cualquier intento de moverse en la
dirección del fascismo o del bonapartismo en este momento sólo provocaría al
movimiento obrero a la acción.
Por supuesto, esto puede
cambiar. La crisis actual puede durar años o incluso décadas. Sin embargo, en
un momento determinado, la clase dominante dirá: ¡hay demasiadas huelgas,
demasiadas manifestaciones, demasiado desorden, tenemos que restablecer el
orden! Entonces podría haber un movimiento hacia la reacción. Pero incluso en
tal caso, la clase dominante tendría que proceder con cuidado, probando primero
el terreno para avanzar hacia el bonapartismo parlamentario.
Pero esta no es la
situación ahora, ya sea en Grecia o en cualquier otro país de Europa. Por el
contrario, el péndulo va hacia la izquierda. La clase obrera tendrá muchas oportunidades
de tomar el poder en sus manos antes de que la clase dominante trate de
orientarse hacia la reacción. Por supuesto, el movimiento de la clase obrera no
es una línea recta.
El sindicato de empleados
públicos, ADEDY, advirtió el miércoles que se estaba preparando para la acción
por los planes del gobierno de extender el plan de "reserva laboral"
que obligaría a los empleados públicos a trabajar con un salario reducido
drásticamente durante 12 meses antes de revisar su status. Esto demuestra que todavía
existen reservas importantes de la clase obrera en Grecia. Nuevas capas se
moverán a la lucha para sustituir a las que se han agotado por los muchos meses
de actividad constante.
No debemos adoptar una
actitud superficial e impresionista ante acontecimientos como los sucedidos en
Grecia. Las masas no pueden permanecer en las calles por tiempo indefinido.
Inevitablemente habrá períodos de calma, en el que los trabajadores reflexionen
profundamente acerca de lo que ha sucedido, donde critiquen, diferencien y
extraigan conclusiones. Es precisamente en estos períodos en el que las ideas
del marxismo pueden ganar un gran eco, a condición de que seamos pacientes, que
escuchemos lo que las masas están diciendo y de que planteemos las consignas
correctas.
En los acontecimientos
revolucionarios que vienen, los trabajadores y jóvenes avanzados aprenderán. Si
trabajamos bien podemos ayudarles a sacar conclusiones revolucionarias y que
lleguen a comprender la necesidad del marxismo y de una organización revolucionaria.
En toda Europa la clase
obrera y la juventud están tomando el camino de la lucha. En Italia ha habido
una huelga general y manifestaciones masivas contra el plan de austeridad. El
programa de Berlusconi es muy poco para los patrones, pero demasiado para los
trabajadores. En las afueras del parlamento, en la noche del miércoles, ningún
policía pudo cruzar la barrera de fuego, de bombas con pintura, e incluso el
corazón de un cerdo, lanzados por manifestantes furiosos.
Moody's ya advirtió de
una posible rebaja de la calificación crediticia de Italia el 17 de junio, y su
decisión se espera para el sábado. Incesantemente, implacablemente, la crisis
se está extendiendo y nuevas cargas están siendo colocadas en los hombros de la
clase obrera en todos los países.
¿Cuál es el deber de los
marxistas en esta situación? Nuestro objetivo no es llegar a las masas con la
propaganda. Eso está más allá de nuestra capacidad. Nos dirigimos a los
elementos más avanzados de los trabajadores y de la juventud. No presentamos
consignas "fáciles" de agitación para decir simplemente a los
trabajadores lo que ya saben. Los trabajadores necesitan que se les diga la
verdad. Y la verdad es que bajo el capitalismo el único futuro que les espera
es un futuro de austeridad permanente, de caída de los niveles de vida, de
desempleo y pobreza.
Debemos explicar que sólo
la expropiación de los banqueros y de los capitalistas, y la sustitución de la
anarquía capitalista por una economía planificada democrática, pueden
proporcionar una salida a la crisis. En particular, debemos contrarrestar el
veneno nacionalista de los estalinistas y avanzar con la consigna de los
Estados Unidos Socialistas de Europa, la única alternativa real a la bancarrota
de la Unión Europea de los patrones. Nuestro deber, para utilizar la expresión
de Lenin, es explicar pacientemente.