
Santiago Aizarna
En una singular obra que
bien pudiera colocarse en varios géneros (novela, biografía, investigación,
etc), la erudita pluma de Roberto Calasso (Florencia, 1941) aborda aspectos
varios de la personalidad y vida de uno de los grandes personajes de la literatura
mundial, Charles Baudelaire (1821-1867). De un modo además -y sin que con ello
se quisiera entrar en comparaciones-, dejando simplemente al margen, otras
grandes obras que escogieron a la personalidad y a la obra de Baudelaire como
gran tema a tratar, entre ellas, la importantísima pese a su brevedad, escrita
por J-P Sartre, en donde éste indagaba más en la esencia filosófica del gran
poeta, le asignaba sentimientos acordes a ambos (biógrafo y biografiado) sobre
la existencia en general, y le dimensionaba en su gran proyección hacia los
terrenos del arte en sus variadas resonancias.
Del Baudelaire colocado
en terrenos del artista, trata también, en muchas de sus páginas, esta última
obra de Roberto Calasso. Del Baudelaire citando a su madre Caroline en el
Louvre, comienza la primera parte de las siete que se integran en este volumen.
Una primera que, en su primerísima parte a su vez, recoge una observación como
hecha de pasada por Cioran, pero que, como tantas veces ocurre en el rumano,
profundiza en la más oculta esencia de la realidad: «Todo lo que no es
inmediato es nulo», y que Calasso lo ve como adaptable sin más a la persona de
Baudelaire, como lo vio Gide (nos lo transmite a su vez Calasso) cuando, en su
introducción a 'Les fleurs du mal' de 1917, escribe que, «En voz baja, ahora,
conversa con cada uno de nosotros», afortunada frase que Calasso la ve cavando
sensaciones en Benjamin, dando materia imaginativa y metafórica en Barrés,
primera oferta de nombres propios en una cierta «ola Baudelaire» citando a
«Chateaubriand, Stendhal, Ingres, Delacroix, Sainte-Beuve, Nietzsche, Flaubert,
Manet, Degas, Rimbaud, Lautréamont, Mallarmé, Laforgue, Proust y otros, como si
fueran investidos por esa ola y, por momentos, sumergidos».
Unas alentadoras
referencias para el lector de anteriores obras de Calasso (ni hace falta
siquiera citar algunas de su bibliografía) que se aprestará a saborear este
nuevo manjar, para lo cual sólo le bastará seguir con la segunda, 'Ingres el
monomaníaco'; con la tercera 'Visitas a Madame Azur', en donde pasa el testigo
a Delacroix que fue amante de Alberthe de Rubempré, la llamada Madame Azur por
tener su domicilio en el 11, rue Bleue, y que, a sus veinticuatro años, fue
amante «en rápida sucesión, de Delacroix, Stendhal y Merimée»; con la cuarta,
'El sueño del burdel museo', en donde podemos encontrarnos con ese «Sueño de
Baudelaire» que, según Calasso, es «un cuento sorprendente. Acaso el más audaz
del siglo XIX», un sueño de Baudelaire que es «áspero y seco, la prosa
atravesada de desvíos nerviosos y abruptos».
Con la quinta, 'El lábil
sentimiento de la modernidad', consideraciones artísticas a propósito de la
(aquí estimada) «suprema obra en prosa de Baudelaire», concebida como una
provocación y en donde la elección de 'el pintor de la vida moderna', recae «en
un desconocido, falto de toda protección académica, un reportero de imágenes»
llamado Constantin Guys, nuevo motivo para que Calasso nos anteponga ante el
fenómeno, en una brillante explicación de tendencias y hasta de palabras como
'Vulgarité', introducida por Madame de Staël en 1800, y 'Modernité', que se encuentra
en Théophile Gautier en 1852, una parte del libro ésta en donde, nuevamente,
las referencias son ricas y abundantes al igual que abundan las pinturas que se
comentan; y falta subrayar las dos últimas partes, 'La violencia de la
infancia' y 'Kamchatka', igualmente brillantes en su exposición con las que se
completa un libro atrayente tanto por su amenidad como por su erudición.