
Mark Weisbrot
Dejando aparte los
intereses de sector financiero, no hay razones para sacrificar el crecimiento en
aras a reducir la inflación. La economía brasileña está creciendo con lentitud,
sin embargo el gobierno está reduciendo sus gastos para aumentar el
superávit primario, algo que puede desacelerar la economía todavía más. La
producción industrial cayó 1,6 por ciento en junio y la actividad económica cayó
por primera vez desde 2008.
Aunque las cifras
mensuales sean erráticas y no necesariamente indiquen cualquier tendencia, el
cuadro mayor provoca preguntas sobre si la política seguida por el gobierno es
apropiada, ante los crecientes riesgos y vientos en contra de la economía
global. No se me interprete mal. La política y los resultados económicos
de Brasil desde que Lula fue electo, en 2002, han sido una inmensa mejora en
relación con Fernando Henrique Cardoso. Éste, que fue objeto de gran amor y
afecto por parte de Washington por haber implementado las políticas
neoliberales del “Consenso de Washington”, presidió sobre un fracaso
económico. La economía creció menos del 3,5 por ciento per cápita durante
sus ocho años.
La performance de Lula fue inmensamente mejor, con crecimiento por cápita del 23,5 por ciento, con un aumento real del 60 por ciento en el salario mínimo y reducciones considerables en el desempleo y en la pobreza, realmente no existe comparación. Es probable que el mandato de Dilma tenga resultados todavía mejores.
La performance de Lula fue inmensamente mejor, con crecimiento por cápita del 23,5 por ciento, con un aumento real del 60 por ciento en el salario mínimo y reducciones considerables en el desempleo y en la pobreza, realmente no existe comparación. Es probable que el mandato de Dilma tenga resultados todavía mejores.

Como este sector no tiene
mucho interés en el crecimiento y desarrollo – está mucho más obcecado por sus
propias ganancias y por minimizar la inflación – su control sobre el Banco
Central y la política macroeconómica impide a Brasil realizar su potencial. Y
el potencial del país es inmenso: entre 1960-1980, la economía brasileña creció
123 por ciento per cápita. Si Brasil hubiese mantenido ese ritmo de
crecimiento, los brasileños hoy tendrían patrones de vida europeos.
La inflación en Brasil
está en baja, por el momento, en los últimos tres meses fue del 4 por ciento
anual, contra 7 por ciento del año pasado. Dejando aparte los intereses mezquinos
del sector financiero, no existen razones para sacrificar crecimiento o empleo
para reducir la inflación. El sector financiero es también el mayor villano que
está atrás de la sobrevalorización del real, que está perjudicando a la
industria y al sector manufacturero brasileño. El Banco Central combate la
inflación, elevando el valor del real, y con eso abaratando las importaciones.
Incluso cuando el gobierno intenta empujar el real hacia abajo, a nivel más
competitivo, el negocio del sector financiero con varios derivativos se
lo impide.
Entre los años 2002-2011,
la Argentina creció 90 por ciento, Perú 77 por ciento, y Brasil 43 por ciento.
No hay razón por la cual Brasil no pueda tener una de las economías con el
crecimiento más rápido de la región, o incluso del mundo.
En los últimos cuatro años, el sector financiero creció alrededor del 50 por ciento, tres veces más que el sector industrial. Hoy los salarios de los gerentes de alto nivel están más altos que en los Estados Unidos. Esto no es sólo un enorme desperdicio de recursos, es mucho más destructivo todavía como consecuencia de la influencia política de ese sector.
Mark
Weisbrot es co-director, junto a Dean Baker, del Center for Economic and Policy
Research de Washington, D.C. Doctorado en economía por la Universidad de
Michigan, ha escrito numerosos trabajos sobre política económica,
centrándose especialmente en Latinoamérica y la política económica
internacional. Es autor, con Baker, de Social Security: The Phony Crisis
(University of Chicago Press, 2000). Colaborador ocasional de The New York
Times, The Washington Post y Los Angeles Times, y regularmente de The Guardian
y Folha de Sao Paulo, el mayor diario brasileño, a través de McClatchy-Tribune
Information Services sus artículos se difunden en más de 550 periódicos.
Preside además Just Foreign Policy, una organización independiente que intenta
reformar la política exterior norteamericana.
Traducción para www.sinpermiso.info por Carlos Abel Suárez
Titulo original: “El problema “Wall Street” de Brasil”
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4395
Traducción para www.sinpermiso.info por Carlos Abel Suárez
Titulo original: “El problema “Wall Street” de Brasil”
Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=4395