He leído las crónicas, declaraciones y los artículos que se han publicado en días recientes al calor de un nuevo aniversario en la vida del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz. Se trata sin dudas de un hecho de regocijo para los cubanos y cubanas, que se que comparte con nuestros compañeros y compañeras de ideales, los amigos y amigas desde lo profundo de los pueblos y sus movimientos de emancipación.
Fidel ha marcado la historia política contemporánea de Cuba, América Latina y el llamado Tercer Mundo, desde la segunda mitad del Siglo XX. Las noticias de Fidel siempre dan la vuelta al planeta. Quienes como cubanos y cubanas hemos vivido en perenne contacto con su protagonismo histórico, sabemos que la obra del Comandante en Jefe de la Revolución habla por sí sola, pero poseer de hecho este conocimiento no basta. Considero que l a personalidad histórica de Fidel está aún por develar en toda su magnitud.
Se de amigos y amigas en el mundo que han leído decenas de textos biográficos y enfoques analíticos, que nos reclaman y quieren conocer de Fidel, en la visión y caracterización de los cubanos y cubanas. Les he explicado que al Comandante lo sentimos íntimo y cotidiano, y a la vez impactante e inmenso, y que todo intento de “estudio” nos paraliza, nos llena de la emoción y el temor, de no ser capaces de hacer lo que su extraordinaria obra y la necesidad de la lucha imponen, tal como le ocurría a Julio Antonio Mella (1903-1929) cuando en su momento, se propuso glosar el pensamiento del Héroe Nacional José Martí Pérez (1853-1895) [i] . A diferencia de la época de Mella, hoy contamos en Cuba con un fuerte sector de cientistas sociales que ha adelantado notablemente los estudios martianos, y cuyas potencialidades colectivas para pensar a Fidel –en mi criterio- deben ponerse en tensión.
En lo que adelantamos en la tarea colectiva de desarrollar los estudios sobre la vida y obra de Fidel, sus recién 85 agostos resultan un incentivo para asomarnos a facetas de su universo. A las y los combatientes de la Guerra de Liberación, al pueblo que lo siguió desde antes del Moncada, a mis colegas historiadores, esta incursión les resultará conocida, pero no lo será para una mayoría de nuestras más nuevas generaciones. Invito a todos y a todas a que compartan y profundicen su saber sobre el Comandante. Q uizás también resulte interesante esta propuesta para los lectores que siguen el tema de la historia revolucionaria cubana más allá de nuestro archipiélago.