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Picasso / Estudio con cabeza |
Miguel Manzanera / Especial para Gramscimanía
A lo largo de la tesis doctoral publicada durante los últimos meses en la página de Rebelión, he intentado mostrar la personalidad intelectual de Manuel Sacristán en su trato con las realidades de su tiempo y los acontecimientos históricos, ante los que adoptó una actitud consciente y comprometida. Estudioso de la filosofía –esa tradición de pensamiento, que tan importantes frutos ha rendido a la civilización europea-, Sacristán fue un humanista ilustrado, que se hizo marxista por coherencia personal con la sociedad de su tiempo. Poseía un profundo y extenso conocimiento de la cultura y la ciencia del siglo XX, y fue al mismo tiempo un hombre comprometido con la humanidad -la suya y la de los demás, la de todos-, con una perspectiva de emancipación humana en sentido ético y político. Su labor intelectual consistió en el examen crítico de los contenidos de la cultura y el pensamiento, para clarificar los fundamentos sobre los que se construye la conciencia subjetiva, bajo el lema de que la verdad es revolucionaria.