Los brasileños decidieron que después de Lula quieren la continuación y la profundización de su gobierno. Prefirieron a Dila – la coordinadora y responsable central por el desempeño ascendente de los últimos cinco años de gobierno, que termina con el récord del 83 por ciento de apoyo y el 3 por ciento de rechazo – para sucederlo.
El dilema planteado por las elecciones brasileñas era la definición sobre sí el gobierno de Lula sería un paréntesis en la larga historia de dominación de las élites en el país o se constituye en un puente para salir definitivamente del modelo heredado y construir un Brasil solidario, justo y soberano.