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Diego Rivera / Banquete en Wall Street |
Randy Alonso Falcón La Casa Blanca se devana los sesos tratando de buscar salida al agudo problema del desempleo que afecta directamente a 15 millones de norteamericanos. Más de 1,2 millones de familias habrán visto embargados sus hogares al finalizar este año, según los cálculos de la firma especializada RealtyTrack; solo en septiembre fueron confiscadas por los bancos 102 134 casas, cifra récord para un mes. Según la Reserva Federal, el valor de las viviendas, la principal fuente de riqueza de los ciudadanos estadounidenses, ha disminuido en un 50 por ciento desde el 2006, representando pérdidas para la ciudadanía por valor de 6.5 millones de millones de dólares. La Oficina del Censo revelaba recientemente que Estados Unidos tiene hoy su mayor nivel cuantitativo de pobreza desde que se llevan estadísticas: 43 millones 600 mil norteamericanos viven en tal condición.
Pero esas no son noticias que causen pesar en Wall Street. Los que implosionaron el sistema financiero y aceleraron la crisis, parecen no tener muchas preocupaciones. Nada de suicidios como en el 30. Por sus arcas ya han pasado, según cálculos del Real Economy Project del Center for Media and Democracy, unos4,72 millones de millones de dólares que les fueron entregados en los generosos paquetes de rescatecosteados por los contribuyentes, préstamos de la Reserva Federal y otros aportes indirectos.
Las ganancias de los bancos este año son un 3 por ciento superiores a las de 2009, aunque prácticamente no han concedido créditos. El fin de año se acerca y la danza de los bonos y las compensaciones por tales réditos comienza a ejecutarse en el sistema financiero del imperio.