Ennio Jiménez Emán
A Edward Said lo descubrí por primera vez a mediados de los años 80 en la revista cultural Escandalar que dirigía mi amigo, el poeta Octavio Armand, en Nueva York, y que vendían algunas librerías de Caracas. Allí leí varios trabajos suyos, entre los que recuerdo el ensayo “Abecedarium Culturae”, texto denso lleno de sugerentes ideas sobre filosofía, literatura, artes, música, lingüística, antropología y otras disciplinas, y donde se entrecruzan planteamientos sobre la modernidad literaria y artística e igualmente las vanguardias, ideas originales sobre psicología, sociología y política entretejidos con los discursos plásticos y literarios. Estas ideas me resultaron, pues, muy claras y sugestivas, aunque finalmente no sé en que libro de Said fue incluido este “Abecedarium Culturae”.
Lo cierto fue que posteriormente continué topándome con ensayos, crónicas y estudios suyos esparcidos en periódicos, revistas y magazines culturales de varios países y traducidos a diferentes idiomas, pero era bastante difícil encontrar sus libros en librerías venezolanas e incluso latinoamericanas, porque parecían no haber sido traducidos. Sin embargo estos, escritos en inglés, circulaban sobre todo en Estados Unidos e Inglaterra, Israel, y países del mundo árabe como Egipto, Arabia Saudita, Líbano, Argel, entre otros. Así, pues, poco a poco se fue traduciendo su obra al español y otros idiomas y se fueron conociendo y difundiendo mejor sus ideas.