José Ángel González Casanova
El mes pasado se conmemoró el nacimiento, en 1860, del compositor y director de orquesta bohemio de estirpe judía, Gustav Mahler.Durante medio siglo, su figura y su obra se han visto sometidas a la interpretación impuesta por Theodor Adorno, el filósofo de la Escuela Crítica de Frankfurt, que hizo de Mahler el paradigma musical de la decadencia cultural y espiritual de la Modernidad. Tal visión llegó al gran público a través de los filmes de Visconti (Muerte en Venecia) y Ken Russell (Mahler) que difundieron la imagen de un ser atormentado, neurótico y obsesionado por la muerte; imagen que se trasladó a una ejecución de su música entre exagerada e histérica y melancólica y funeraria.