Fotis Kontoglou (Grecia) Luchadores griegos de la guerra de independencia
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Rafael Miranda
1. Resumen: El presente articulo parte del supuesto de que la fuente psíquica del odio es ingrediente constante en las manifestaciones de incapacidad individual y colectiva de autoconstituirse de manera distinta a aquella que, para hacerlo, niega al otro como otro. Aborda igualmente las manifestaciones de dicha fuente, por la vía del odio del otro real y del odio que la psique experimenta de si misma como otro. Concluye en el análisis del recurso de ocultamientode la alteridad, que la fuente psíquica del odio encuentra en la clausura como sentido históricamente instituido. Clausura contenida en la significación imaginaria social fundante de la sociedad heteronoma.
2. Palabras clave: alteridad, odio, monada, Castoriadis, culturas, omnipotencia, autonomía, racismo, separación, sociedad multicultural y relativismo.
I.- Sarajevo en Nueva York
3. En el artículo a continuación recojo los conceptos que Cornelius Castoriadis formuló para abordar las interrogantes que plantea para la institución social, la relación con el otro. Particularmente cuando esa relación se torna imposible si no es que por la vía de las expresiones más agudas de odio e intolerancia. Para orientar mi desarrollo y la lectura, advierto que estoy pensando en el odio racial, la llamada limpieza étnica, los atentados suicidas, el genocidio, el asesinato indiscriminado de civiles y la guerra, como formas en que se manifiesta el odio del otro real. En un segundo plano tengo también presentes los "fundamentos" en los que se sustenta la exclusión social sistemática, el odio del otro que se manifiesta en la sorda cotidianeidad de la socialización heteronoma y necesariamente, como correlato, tengo presentes los impasses del relativismo y las interrogantes contenidas en el modelo y la realidad de la "sociedad multicultural".
4. En segundo lugar y visto que la polémica que todo lo anterior suscita constituyó un terreno importante para las intervenciones de CC, necesariamente tengo presente la miopía que, al insistir en "la pobreza" como "ultima instancia" para "explicar" el uso del terror como recurso, ignora la dimensión imaginaria (CC, 1999, pp.323) e institucional de la sociedad, reduciendo esta a un mero reflejo, como ya había hecho el marxismo (CC, 2002 pp. 60 y 2002a p. 216). Por tanto estoy pensando, epistemológicamente hablando si se quiere, en el determinismo incapaz de entender porqué, en una sociedad en la que prevalece la hambruna, son solo unos cuantos quienes optan por el vandalismo, los asaltos, los secuestros, la migración o "la montaña", cuando el resto, la enorme mayoría, se deja morir de hambre y/o se pone a merced de la "voluntad divina", de "el gobierno" o de las misiones humanitarias.
5. El punto de tensión que me interesa ilustrar en las líneas a continuación -y que espero constituya un aporte al campo de la psicosociología de la sociedad de repetición, anticipa en primer termino la relación de compromiso, entre ocultamiento de la auto-alteración, en sus dimensiones tanto individuales como colectivas y la expresión ilimitada del odio, bajo sus múltiples formas (1). En segundo lugar quiero precisar los elementos que sugieren, en el planteamiento castoridiano, si no la eliminación del odio si su acotamiento por la vía de la auto-limitación explicita. Auto-limitación, hecha posible, como atributo y facultad, en el contexto histórico de un proyecto que, al ponerse frente a la alteridad esencial, hace explícita la auto-institución de la sociedad, inaugurando así lacuriosidad por los otros como otros: el proyecto de autonomía.
I.1.-Sanar de la guerra, juzgando la paz
6. En Junio de 1995 Castoriadis es invitado al coloquio Guérir de la guerre et juger la paix convocado por la Universidad de París VIII y el Colegio Internacional de Filosofía. Seis meses después, al cumplirse tres años y medio del sitio de la ciudad de Sarajevo por las fuerzas serbias, se firman, en París precisamente, los controvertidos Acuerdos de Paz de Dayton. Estos ponen fin a la sangrienta guerra en la ex Yugoslavia. Su presentación, cuyos aportes discuto a continuación y cuya versión final aparece en el volumen Figures du pensable (1999), lleva por titulo "Les racines psychiques et sociales de la haine".
II.- Del estado monadico al odio psíquico
7. El aporte castoridiano al análisis de los orígenes psíquicos y sociales del odio deberá ser analizado en el contexto de aquello que Castoriadis denomina ladimensión imaginaria de la sociedad (1975, 2a parte principalmente). En la base de su planteamiento esta el supuesto según el cual, el conflicto que subyace a la producción social de los individuos por cada sociedad de que se trate, no es un conflicto entre esos y la sociedad, visto que el individuo es ya una institución social (1997, pp.26). El conflicto por excelencia en este sentido es aquel que opone la sociedad a la psique, en los términos de la sucesión de conceptos necesariamente esquemática y reduccionista, a continuación.
8. Para Castoriadis la realidad psíquica (1975, pp. 426 y sigs.) esta hecha de representaciones. La puesta en relación de esas representaciones esta necesariamente dictada por el afecto. La representación en la realidad psíquica es una representación de cosas, no de palabras. Por tanto la cuestión de la realidad psíquica es la cuestión del origen de la representación de objetos, formas perpetuamente creadas por el imaginario radical. La realidad psíquica es imaginario radical, que hace ser la falta como falta, cuya posibilidad de “ingreso en el mundo” depende de la representación de objetos y de su simultánea asignación de sentido, pero cuyo primer estadio se caracteriza por la proto-representación de “si” como todo.
9. Esta representación del proto-sujeto responde al principio del placer y es, en tanto que libido autista, fuente ilimitada de placer a la que no le falta nada y que no deja nada para ser deseado. Al tiempo esa misma representación es excluyente del elemento reflexionado que implica el narcisismo. Ese referir todo asi misma caracterizará, de aquí en adelante, a la psique a través de la historia de cada individuo, convirtiéndose en matriz y prototipo de aquello que será para siempre el sentido.
10. En este contexto el seno materno para el lactante, será en principio percibido, en tanto que cuerpo propio. Es este el estado en el que el afecto es, inmediatamente, representación de si e intención de permanencia a-temporal de ese estado. En ese contexto el seno materno sera alucinado (1997, pp.31 y 1999, pp. 85) una vez que él mismo, en ausencia, introducirá la separación.
11. El proceso de socialización de la psique, mediante la imposición de la separación, encontrará por tanto en esa clausura como sentido, el núcleo duro del sujeto originario. Estado monadico, entonces, que se encuentra en la base del esquema psíquico de omnipotencia (1975, pp. 444), único experimentado por la psique primordial y único que esta es capaz de transferir al otro. Esa socialización, por tanto es aquí entendida como proceso por medio del cual, cada sociedad, ofrece a la psique el sentido contenido en la institución llamada individuo social, a cambio de que ella renuncie a sus objetos primordiales y con ellos al esquema monadico de autoinvestimiento.
12. El concentrado en líneas anteriores constituye, de manera sin duda reduccionista al extremo, la base sobre la que se monta el aporte castoridiano al análisis de la raíz psíquica del odio, que es básicamente y en consonancia con lo anterior, odio de aquello que viene concebido como “mundo exterior” (1997, pp. 185). Mundo exterior, en principio representado por la madre, como primer objeto (=separado) y que anuncia lo que de ahí en adelante será experimentado como ambigüedad entre amor y/o odio. En la medida en que dicha separación opera sobre la condición monadica, esencialmente repetitiva, de la psique, esa separación se convierte en el dispositivo por excelencia de las dos formas en las que el odio psíquico se manifiesta: respecto al otro real y respecto al odio de si como otro(-individuo social). Son estas dos formas de la alteridad, el otro real y el si mismo de la psique en tanto que (otro)-individuo social, las que ocupan la atención de Castoriadis y son esas las que, en los paragrafos a continuación, nos van a permitir hablar del ocultamiento de la auto-alteración por parte de la institución social (CC, 1997, pp 476-477).
III.- De la clausura como sentido, al ocultamiento de la auto-alteración
13. El ingreso de la psique en ese mundo creado por cada sociedad CC lo entiende por la via del flujo afectivo/representativo/intencional, indisociable (1997, pp 33) y caracterizado por la tensión entre omnipotencia imposible de si y omnipotencia amada/odiada del otro. Es esa la condición ante la cual la alteridad, contenida en toda separación y en la condición escindida del sujeto, se convertirá en una amenaza mortal.
14. Ese estado escindido entre amor y odio, entre repetición y creación, entre ser y a-ser, será un estado ante cuya condición la institución social, debe casi necesariamente ponerse por encima. Ponerse por encima, gracias a la identificación de sus orígenes con los orígenes del “mundo”. “El Mundo” en tanto que “creación” de una vez y para siempre, por parte de una instancia extrasocial y establecimiento de la prohibición de todo cuestionamiento ultimo al respecto. La noción de ocultamiento de la auto-creación de la sociedad, por la vía de la meta-norma, viene aquí a condensar la forma en que la clausura como sentido, cobra su vigencia en el imaginario social que constituye la "realidad" de cada institución social. (CC 2002a. p. 220).
15. Algunos de los elementos que me parece que brindan mayor claridad para el abordaje del origen social del odio, consisten en un traslado hipotético, del esquema de la monada psíquica, al plano ensidico (2) (-repetición) y al propiamente imaginario (-creación) de la institución social, materializados en todasignificación imaginaria social. Dicho traslado, es la condición, casi en todos los casos necesaria, para erigir la institución social y sustraerla en ese acto a toda alteridad. El otro elemento fundamental e igualmente indispensable para instaurar la institución social y su auto-perpetuacion, lo constituye la fabricación social del individuo garante de cada institución social de que se trate. El planteamiento de CC en esta dirección consiste en afirmar que la sociedad en todo caso se autinstituye, casi siempre implícitamente, en un principio formulando respuestas a preguntas fundamentales sobre los orígenes y el destino de la misma: ¿de donde venimos?, ¿por qué? y ¿para qué? etc. Estas respuestas cobran vida en las significaciones imaginarias sociales que son puestas a funcionar a la hora de la socialización-fabricación de los individuos de cada sociedad, gracias a la interiorización por estos de las normas.
16. Recapitulando, para Castoriadis la cuestión de la sociedad heteronoma (hetero=otro, nomos=ley) y aquella de la sociedad religiosa, es casi en su totalidad una y la misma. Profundizando, es necesario aclarar que en el acto de presentación/ocultamiento de la auto-alteración, operado por la religión, al formular y fundir el origen del mundo y el origen de la sociedad, la sociedad religiosa realiza la operación mayúscula, cada vez fallida, de sustraerse a la alteridad. Alteridad que, en tanto que característica constitutiva, sinónimo diríamos, del ser y del devenir, encuentra, en la sociedad religiosa principalmente, su negación (3).
17. Sin que podamos adelantar mas, es claro que dicha alteridad representada por toda creación ex-nihilo, creación sin atributos, así como por la ausencia total de sentido, que representa la muerte para el sujeto y la institución, posee un particular carácter inspirador del ocultamiento. La referencia es explícita a esa compulsión a la repetición categorizada por Freud y contenida ya en el “silogismo del sujeto” aristotélico: yo soy (el) bien, tu no eres yo, por tanto tu no eres el bien…tu Dios no es verdadero, etc. Compulsión que viene “colmada” púes, por el discurso religioso (4), los nacionalismos, el racismo, la misoginia, la homofóbia, la intolerancia e igualmente, en cierta medida, por la fe ciega en las virtudes de “el progreso” para el positivismo científico y del determinismo para la tradición filosófica heredada (5).
IV.- El esquema de omnipotencia y las fronteras de la sociedad
18. ¿Porqué la imposibilidad de auto-constituirse mas que a condición de negar al otro, se convierte en odio incontrolable y deseo de suprimirlo?, es una pregunta que hasta donde he podido indagar no tiene una respuesta simple en la aportación castoridiana. El campo de los ejemplos históricos brindan una cierta claridad, no obstante los contraejemplos son casi infalibles. Adelanto algunos elementos de análisis. El ingrediente que hace del odio psíquico limitado, presente en toda vida social, un elemento explosivo, tiene que ver para CC, con el contenido de la sublimación, que es puesto a disposición por la institución de la sociedad de que se trate, a cambio de que la psique renuncie a la omnipotencia del estado monadico. Toda sociedad al establecer un mundo establece, crea, un otro (no-mundo), es en este sentido que dicho contenido delinea la sociedad y sus “fronteras”.
19. El proceso de socialización en tanto que cruce entre psique y sociedad es, entonces, clave. Se trata del proceso por medio del cual las significaciones sociales imaginarias vienen a colmar, el traslado del esquema de omnipotencia hacia el otro, operado siempre de modo incompleto por la psique expuesta a la socialización. En el fondo más recóndito de ese proceso estaría, no se debe olvidar, el odio que la psique experimenta respecto a si misma, bajo la forma deindividuo social. Este mismo proceso y su contenido profundo en el campo de lo historico-social, el para si de la sociedad, se presenta como constitutivo de las fronteras de la misma (la piel de la sociedad), en tanto que fronteras de sentido (C.C., 2002a, pp. 213-14 y 1977 pp. 462-463).
20. A este respecto dos anotaciones al margen, que por cuestiones de espacio no desarrollaré como se merece y que tienen gran trascendencia respecto a algunos de los lugares comunes de la actual corrección política, en particular en medios humanitarios. En primer lugar la cuestión del reduccionismo de las interrogantes que plantea la relación con el otro, a la cuestión pantalla de "la diversidad", cuando no de lleno a su simplificación en el relativismo cultural y el caballito de batalla de la ética (Steiner, y Alston, 1996; Bauman, 1994). En segundo lugar la tergiversación según la cual “el racismo” seria un resultado inevitable de la expansión de la cultura occidental. Expansión y “victoria” cuya versión masiva, en honor a la verdad es cierto, no es precisamente la del reconocimiento universal del valor de la autonomía y del habeas corpus (estado de derecho) y si el de los instrumentos internacionales de coacción, las intervenciones de las “fuerzas de paz”(estado de ley) etc.
21. La relación con el otro, el otro real y/o imaginario, es para Castoriadis, una relación caracterizada por la alteridad, "la diversidad" corresponde para él, al plano de lo ensidico(6) y en esa medida al mundo de la repetición a partir de lo mismo (7) . Esquemáticamente hablando y para utilizar su propio ejemplo, diríamos que la relación que prevalece entre la cifra 34 y la cifra 43 es una relación de diversidad o de diferencia, mientras que aquella que prevalece entre La Iliada y El Castillo de Kafka (1990, pp 333), es una relación de alteridad.
22. Segunda anotación marginal, respecto a la historiografía de la imposibilidad de autoconstituirse más que a través del odio y la supresión del otro como otro. En este sentido es necesario llamar la atención sobre el hecho de que las expresiones horrendas de dicha imposibilidad -por ejemplo el odio y el imaginario anti-judio en Europa- , en tanto que manifestación de la supresión del otro como otro como condición para la propia existencia, es al menos tan vieja como los primeros documentos escritos por el hombre, empezando por los textos sagrados de las tres religiones monoteístas. Cierro el paréntesis y vuelvo a la desmesura del odio.
23. No quiero cerrar este apartado sin anotar que el principal aporte del pensamiento de CC para el argumento que nos ocupa, en particular respecto a su dimensión historico-social, es sin duda la critica y singular lectura que él realiza de infinidad de situaciones históricas, a la luz de la limitante que es constitutiva a la prohibición del asesinato interclanico. Si recordamos el texto de Freud (1992), en él se establece que en el acuerdo entre hermanos(Castoriadis, 1996 , pp.145) que sanciona la repetición del parricidio ritual y con esto asume tácitamente que nadie pueda ejercer un poder ilimitado como el del padre arcaico (Castoriadis, 1996, pp.144), nace la institución social y con ella la civilización.
24. El énfasis de Castoriadis consiste en que esa prohibición del asesinato, se refiere de modo explícito y exclusivo a los miembros del clan mientras que omite sancionar el asesinato al exterior del mismo. Precipitando ese planteamiento comprobamos que en efecto el asesinato para "limpiar el honor", lasvendetas familiares desde siempre, por no hablar de aquel al que se esta dispuesto a infligir o a sufrir respecto o de parte de personas totalmente desconocidas, como sucede en las guerras, son todos ellos motivo de orgullo y exaltación.
V.- Del odio a la autonomía de los otros
25. La postura de CC respecto a la posibilidad de limitar el odio es afirmativa cuando se trata de la primera forma en que ese se manifiesta, es decir bajo la forma del odio del otro real, en el sentido de que ese puede ser acotado al grado de que, como en el caso de la vida social normal en tiempos de paz, ese odio sea reducido a niveles banales (8) . Este punto me parece particularmente importante porque supone por un lado que ese odio sea asumido como tal y mas aun, que el mismo sea abordado como una tendencia cuasi-natural del individuo socializado.
26. Es probablemente lo que vislumbraba Freud precisamente al señalar el desenlace del mito de la horda primitiva y es definitivamente eso lo que CC (1997, pp 101) tiene en mente, al referirse a ese otro aspecto, complementario de aquel psicogenético, y que alude a la cuestión del acuerdo entre hermanos. Acuerdo entre hermanos, en ausencia de las hermanas claro esta, a partir de la renuncia a la omnipotencia y que sienta, en algunas sociedades históricas, las bases lejanísimas de la ruptura de la clausura. Es decir de la cuestión de la autolimitación y de su ulterior e hipotética, ni necesaria ni contingente, explicitación en el proyecto de autonomía.
27. Retomo pues el planteamiento de esa ruptura que se inaugura al ejercer explícitamente la interrogación de modo radical y permanente. Ruptura que se inaugura al reconocer la auto-creación de la sociedad y negando por tanto toda instancia extra-social como origen de la propia institución. Es gracias a esa interrogación radical sobre las instituciones propias, según la lectura que propongo de los aportes castoridianos, que se hace posible concebir a las instituciones de los otros simplemente como instituciones otras. Y es gracias a ella también que es posible y legitimo, transgrediendo el “principio” de laincomparabilidad de culturas y trascendiendo su falacia, posicionarse también radicalmente respecto a las mismas.
28. En la base de dicha ruptura se encuentra la aceptación de la propia alteridad, y por tanto, esquemática y reduccionisticamente, del a-ser del ser y de la historia. La autonomía de los otros, del “otro real”, como posibilidad, autonomía en sus dimensiones tanto individual como colectiva, encierra una interrogante. Interrogante mayor compartida por las dimensiones tanto de la psique socializada como por aquella de la institucion social. Me refiero a esa interrogante que condiciona la posibilidad de la autonomia, en tanto que régimen de la autoinstitucion explícita, que depende de que las instituciones, incluida la institución individuo social, pongan en juego su capacidad para aceptar que en la medida en que la creación de sentido es posible, lo es también su total destrucción. Es decir en la medida en que ponen en juego, en excluyente oposición con lo que hacen las sociedades religiosas y otras sociedades de repetición, su capacidad de aceptar que ellos mismos, individuos e instituciones, son perecederos (CC, 2002a, pp.237).
29. Es en este contexto que el campo de la política, campo en el que los ciudadanos democráticos valoran la cosa publica y asumen explícitamente su capacidad de transformación de las instituciones que ellos se han dado, presenta diversas interrogantes, sobre los que quiero detenerme brevemente. Hago referencia a la condición de la institución de ponerse “por fuera” y “por encima” de la sociedad y a la identificación con la instancia extrasocial, como origen de la norma (hetero=otro, nomia=leyes). El caso de los lideres carismáticos y los cultos a la personalidad, se suman a los ya citados y brindan otros ejemplos de las funestas consecuencias de la atomización de los procesos identificatorios y de la transferencia al ciento por ciento (C.C., 1999, pp. 213), hacia instancias tales como: el líder, el secretario, el partido, la organización, la empresa, el predicador, la pastoral, la comunidad, el Ayatola, el Imam, el Ilol.
30. A lo anterior se debe agregar, para ser justos, las enormes dificultades y los magros resultados que Castoriadis veía en el combate del chauvinismo, el fanatismo y las manifestaciones del odio hacia los otros, particularmente en su versión mas extrema. La lucha contra la misoginia no obstante, en algunos pocos países él reconocía un cierto progreso, estaría incluida en este balance negativo.
31. Ante estos planteamientos y para concluir quiero regresar a la sociedad multicultural, al problema de la diversidad y finalmente a aquel de la pobreza, como “determinante” de las manifestaciones del odio, por ejemplo, en los atentados suicidas o en las denominadas “revueltas primitivas” (Ramonet, 2002). Castoriadis se refirió en repetidas ocasiones a las posturas ambiguas, de quienes en las sociedades occidentales se escandalizan ante practicas como la lapidación de mujeres consideradas “adulteras”, cuando esos son practicados en piases lejanos, mientras que son incapaces de asumir esa misma indignación cuando quien defiende esa practica es un colega, un vecino (1996, pp 45) o un maestro de la escuela primaria (9) . La poca relevancia que en ese sentido CC concedió al facilismo (CC, 1996, pp. 37) que impera en el medio humanitario, "sustituto contemporáneo de la política", tiene sus orígenes en este tipo de inconsistencias (10).
32. Digo lo anterior tomando en cuenta las implicaciones, por ejemplo de la calidad del compromiso con los derechos humanos, por parte de países que los pisotean cotidianamente o que los quieren para ellos pero no para los otros, mientras suscriben declaraciones, en esa medida, hipócritas y cínicas (CC, 1996, pp 45) (11). En este contexto y siguiendo entonces en el ejemplo aquí citado, con la corrección política del momento, conciliar moral y políticamente elhabeas corpus de la mujer lapidada, con el principio que dicta la incomparabilidad de las culturas y por tanto con el “derecho" y la “obligación” de “la comunidad” de cumplir con "la tradición", se haría posible solo gracias a no se sabe que milagroso remedio del momento.
33. En suma, concluyendo, pronunciarse resuelta y radicalmente en contra del racismo y de todas las demás formas bajo las cuales la sociedad demuestra su incapacidad de asumir explícitamente la auto-alteración que esta en su origen y su destino, es hoy fundamental. No obstante hacerlo cabalmente implica antes que nada saber y saberse la fuente de la auto-institución, por la vía de la interrogación radical y consecuentemente gracias al trabajo por la autonomía y al rechazo decidido e incondicional de toda heteronomía. Es este contenido, desde la democracia ateniense hasta nuestros días, la meta suprema de toda política que se precie de serlo. Finalmente, es claro que el odio contenido en los atentados suicidas, volviendo al determinismo, poco o nada tienen que ver con un reflejo respecto de situaciones de pobreza o respecto a cualquier otra casuística simple, muy por el contrario constituyen la expresión activa de la hostilidad que el magma de significaciones creado sobre la base del principio de clausura, como heteronomia social, experimenta respecto a la alteridad y antes que nada respecto a la alteridad propia, es decir al si mismo de la sociedad de que se trata como otro real y/o imaginario.
34. En la dirección sugerida por CC podemos reiterar, para concluir por ahora, que las expresiones extremas de intolerancia y aborrecimiento de los otros, rasgo más universal de lo que se esta dispuesto a aceptar (1999, pp.191), en las guerras, el genocidio, los atentados suicidas o la misoginia cotidiana, no siempre tienen sus raíces en el odio psíquico, aunque todas ellas lo supongan.
35. Para que ese odio se convierta en imposibilidad de auto-constituirse si no es a condición de negar y suprimir al otro como otro, reitero para finalizar, es indispensable que la significación de la clausura, característica de las sociedades heteronomas, en tanto que sociedades en las que prevalece el ocultamiento sistemático de la auto-alteración, se encuentre disponible. Es decir que se encuentre disponible esa clausura de la significación, que es frontera de sentido de la sociedad heteronoma y replica, siempre defectuosa e inacabada, del estado monadico de la psique y de su incapacidad constitutiva de aceptar aquello que no es ella misma.
Notas
(1) Punto de tensión que, en la metáfora, hace posible, debido a una universalidad mucho más vigente de lo que se esta dispuesto a aceptar, que Sarajevo pueda ser un barrio de Nueva York
(2) Del francés ensembliste-identitaire que equivale a conjuntante-identificante [o conjuntista-identitario].
(3) Otras metanormas son las leyes del mercado para el integrismo neo-liberal, las “leyes de la historia” para el marxismo etc.
(4) O por la transferencia negativa en el campo de la clínica descrito por Freud.
(5) Las implicaciones de esto son múltiples y rebasan por mucho los estrechos limites de esta comunicación.
(6) Conjidentitario, conjunción de los dos términos franceses ensemble (conjunto) y identitaire (identitario), entonces: conj- identitario. (1990, pp 326), dimensión que se contrapone a aquella “propiamente imaginaria” del orden de la creación.
(7) La deriva identitaria y el comunitarismo compulsivo en los que a menudo caen las minorías como reacción al cuestionamiento sistemático de “su” identidad por parte de los “valores” mayoritarios, es un ejemplo de esta repetición.
(8) Véanse los pormenores del estado corriente de la vía pública en cualquier metrópoli.
(9) Ver el caso Ramadan en el que finalmente este fuera excluido de su función en la instrucción publica del Cantón de Ginebra a raíz de su pública defensa de dichos propósitos legitimando la violencia contra la mujer.
(10) Facilismo que hoy “funde” universalismo y relativismo, en una “nueva” formula acuñada en los seminarios promovidos por la ONU y el Consejo Mundial de Iglesias.
(11) Por dar un ejemplo clásico, España ingresó en el sistema de NU en 1955, durante el periodo de consolidación de la dictadura franquista, mientras miles de refugiados ibéricos eran acogidos en diversas latitudes gracias a la solidaridad entre los pueblos y a su empatía respecto del proyecto social que subyace a los valores republicanos.
Bibliografía
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