Enrique Müller | Colpisa
Oskar Lafontaine tiene 65 años. A largo de su agitada carrera política, con éxitos y fracasos, ha ocupado todos los cargos públicos que ofrece Alemania, menos el de canciller. «Oskar el rojo», apodo que le otorgó
Lafontaine también posee otros títulos adjudicados por sus enemigos. Cuando era ministro en el Ejecutivo de Gerhard Schröder, el diario inglés The Sun le calificó como «el hombre más peligroso de Europa» por su deseo de intentar controlar el orden financiero mundial.
Sus viejos compañeros del SPD, en el que militó durante 40 años hasta 2005, le definieron como un «traidor» cuando abandonó la formación. Entonces, el país contempló con incredulidad la radical metamorfosis que vivió Lafontaine. Después de haber sido el alumno más aventajado de Willy Brandt, «Oskar el rojo» se aliaba con los odiados comunistas de la ex RDA para formar una nueva organización política, que el domingo pasado cosechó un grandioso éxito en las elecciones regionales en Sarre.
Polémico y odiado
Al mando de Die Linke (
Un triunfo que desató el temor de los medios afines a la derecha.
El Bild, por ejemplo, criticó el coste de la unificación de Alemania y advirtió sobre el precio que debería pagar la población. Nadie escuchó su discurso. Helmut Kohl ganó otra vez.
Cinco años más tarde, fue elegido presidente del SPD. Su primera decisión: declarar una guerra sin cuartel al Gobierno Kohl. Su estrategia tuvo éxito y pavimentó el camino para el triunfo de su formación en 1998; Gerhard Schröder se convirtió en canciller y nombró a Lafontaine ministro de Hacienda.
El actual líder de
Sólo duró cuatro meses como jefe de las finanzas germanas.
Sólo acumuló enemigos. Agobiado, el ex docente abandonó también la presidencia del SPD y se aisló en Sarre. Allí rumió su venganza contra Schröder, al que acusó de haber ignorado su idea de abandonar el programa de reformas al sistema de bienestar (
En su villa, planificó el regreso. «Si se forma una lista de izquierda, participaré», aseguró. El Partido del Socialismo Democrático (PDS), heredero de los comunistas de la ex RDA, construyó una alianza con Lafontaine para los comicios federales de 2005. Con el 8,7% de los sufragios, impidieron un Gobierno formado por los democristianos (CDU) y el Partido Liberal. Pero también robaron votos al SPD y Schröder se quedó sin reelección.
Una misión histórica
Ahora, «Oskar el rojo» ha recuperado protagonismo en Sarre. El éxito de
«Me alegro de que gracias a nuestros resultados, al SPD se le abra una nueva perspectiva para llegar al poder», afirmó el Lafontaine tras su triunfo dominical. «La carrera para las elecciones federales sigue abierta», añadió al sugerir que la primera potencia económica de Europa podría ser regida por un bloque de izquierda; menos radical que la alianza pactada entre socialistas y comunistas franceses, que encumbró a Francois Mitterrand en 1981 en plena guerra fría.
«Él cree en una misión histórica: la reunificación de la izquierda», concluyó el influyente comentarista del periódico 'Süddeutsche Zeitung', Heribert Prantl. Es su objetivo. La partida de ajedrez ha comenzado y la próxima jugada está en menos del SPD.