
Víctor Serge / Mundo (Socialismo y Libertad), México, octubre 1944
El año 1917, cuarto de la primera guerra mundial, comenzó bajo sombríos auspicios.
El 7 de noviembre de 1917, un gran acontecimiento echó a rodar estas sombrías perspectivas. De Petrogado a Kazán, a Kaluga, a Tachkent, los obreros, los campesinos, los soldados, los intelectuales revolucionarios, se levantaron y dieron el poder a los Soviets (Consejos de Trabajadores), la tierra a los campesinos, el control de la producción a los obreros y proponían al mundo la paz de los pueblos “paz inmediata, sin anexiones ni indemnizaciones”. Por el momento, la victoria del bolchevismo debilitaba a Rusia en su rango de gran potencia, a tal extremo que se vio obligada, con gran dolor, a aceptar el dictado de Brest-Litovsk. Pero, en realidad, al mismo tiempo, daba un golpe de muerte al imperialismo de las Potencias Centrales, precipitaba la madurez de las revoluciones populares en Alemania y en Austria-Hungría e incitaba al Presidente W. Wilson a formular sus memorables condiciones de paz, fundadas sobre el derecho de las nacionalidades. Por encima de todo, daba nacimiento a una incontenible esperanza de transformación social. Europa entera empezó a vislumbrar una nueva justicia social, una nueva fraternidad. Las clases, siempre vencidas hasta entonces a lo largo de
Los acontecimientos de Rusia eran la obra de las masas campesinas, de las masas obreras, de las masas de soldados y marinos u de una gran minoría de intelectuales idealistas. Es completamente falso, y
Leon Davidovich Bronstein (León Trotsky), judío, de origen burgués, militante socialista desde su adolescencia, tenía en aquel entonces treinta y ocho años. Regresaba del Canadá, donde había sido internado en Halifax, después de haber llegado a dicho país expulsado de Francia. En 1905, fue el presidente del Soviet de San Petersburgo, proclamó la jornada de ocho horas, la negativa a pagar los impuestos y había puesto en peligro la existencia misma del Imperio. Fue desterrado a Siberia por segunda vez. Se evadió y se refugió sucesivamente en Viena, Berlín y París. Era conocido como un marxista social-demócrata ruso independiente en el seno del Partido, dividido en la mayoría (bolchevique) revolucionaria y jacobina, y la minoría (menchevique) moderada y democrática. Desde 1904 hizo oposición a Lenin, quien proclamaba ya en aquel entonces la dictadura del partido bajo la enseña de la dictadura del proletariado. Trotsky le replicó: “Esto sería inevitablemente la dictadura del partido sobre el proletariado”. Combatió la centralización autoritaria del bolchevismo junto a Rosa Luxemburgo. Se presentaba como el teórico de la “revolución permanente”, o sea, de la revolución internacional, dispuesto a quemar las etapas de la revolución burguesa sin detenerse en ellas. Desde su llegada a Petrogrado, en mayo-junio de 1917, se unió al Partido Bolchevique, el cual había entrado vigorosamente por el camino de la "revolución permanente”, gracias a la autoridad intelectual de Lenin, quien representaba, indudablemente, las aspiraciones de las masas. Gracias a Lenin y Trotsky, el sistema soviético empezó bajo las formas de una nueva democracia, ampliamente espontánea. Trotsky, después de haber sido uno de los principales organizadores de la insurrección y de la toma del Poder, pasó a ser el Comisario del Pueblo de Negocios Extranjeros. Publicó los tratados secretos y más tarde fue el organizador del Ejército Rojo. Durante los cuatro años de terrible guerra civil, y muy a menudo en condiciones desesperadas, obtuvo victoria tras victoria, destruyó los ejércitos reaccionarios del general Yudenith en Estonia, de Denikin en Ukrania, de Dutov en el Ural, del almirante Koltchak en Siberia y redujo a la impotencia la intervención extranjera. En ella se revelaron militantes de cualidades excepcionales: Blucher (en el Ural), fusilado por Sta1in; Tukhachevski en el Volga (fusilado); Yakir, en Ukrania (fusilado); Ivan Smirnov, en el Volga y en Siberia (fusilado); Egorov, en Tsarytan (fusilado); Smilga, Mratchkavski, Muralov (fusilados) y muchos otros, casi todos fusilados, también fusilados. No sobreviven, de aquella epopeya, más que Vorochílov, Budienny y Sta1in.
La intervención extranjera, la guerra civil, el bloqueo y el hambre mataron a la joven democracia soviética y dieron nacimiento a la dictadura burocrática del Partido. En 1921, la insurrección de Cronstadt reveló el conflicto entre el pueblo revolucionario y la dictadura. Cronstadt reclamaba la vuelta a los soviets elegidos libremente. Contrariamente a la leyenda establecida, Trotsky, entonces Presidente del Consejo Revolucionaria de
Es evidente que Trotsky en el Poder tiene su parte de responsabilidad en los errores gravísimos que se cometieron junto con Lenin y los dirigentes del Partido bolchevique. Es cierto que estos grandes revolucionarios ejercieron el Poder en condiciones particularmente graves. Es cierto, también, que su psicología de doctrinarios marxistas, convencidos de tener la verdad integral y salvadora, les hizo terriblemente intolerantes y les hizo desconocer la importancia vital de la libertad y de la democracia. Todos los movimientos socialistas (y libertarios}, a excepción del bolchevique, aún cuando han sido demasiado débiles para poner en peligro el nuevo régimen, han sido ahogados con el estado de sitio. Los socialistas revolucionarios de izquierda, que tomaron las armas en contra de Lenin y Trotsky se hallan en las cárceles desde 1918 (aún los hay en la actualidad}; los social-demócratas mencheviques, que se hicieron los defensores de la democracia obrera, fueron duramente perseguidos; los anarquistas fueron puestos fuera de la ley, por más que, con Makhno, jugaron tan gran papel en la liberación de
Pero, lo que nadie puede negarles es el haber obrado de buena fé. Ya en 1923 dieron cuenta del peligro burocrático, en realidad totalitario, y resolvieron combatirlo juntos. Trotsky reclamó en el "Nuevo Curso": democracia en el interior del Partido, llamamiento a las juventudes. Fue vencido por los funcionarios en los momentos en que Lenin moría a causa de un agotamiento cerebral. Desde entonces, Trotsky, a despecho de muchas faltas de orden secundario, se convirtió en la intransigente y formidable encarnación de un movimiento de izquierda, el cual, en el seno del Partido, luchó hasta la muerte para devolver la democracia al seno del Partido y a los sindicatos, por el principio del internacionalismo militante, por una industrialización inteligente y humana, contra la dictadura de los secretarios y el pensamiento dirigido por los pedantes, contra la estúpida doctrina del "socialismo en un solo país" y la colaboración con el nazismo.
La tendencia totalitaria obtuvo su triunfo en 1929. Empezó con el encarcelamiento de 8.000 opositores y continuó con la persecución hasta el exterminio físico de toda la generación revolucionaria de 1917-1924. Trotsky fue detenido en Moscú y trasladado por la fuerza a Alma-Ata, en la frontera del Turkestán chino; expulsado de Rusia a la fuerza y enviado a Turquía, exilado en Francia, en Noruega, en México, nunca dejó de ser un combatiente sobre el único terreno que podía serlo, el de las ideas, mientras que sus camaradas en Rusia, caían uno tras otro en las cárceles. Este combate lo ha continuado siempre junto con una obra científica de primer orden, que pasa a ser patrimonio de la cultura socialista ("Mi Vida", "Historia de
Sin embargo, ciertos errores lo aislaron y disminuyeron la importancia inmediata de su obra. Su fidelidad al viejo partido lo inmovilizó muy a menudo. A pesar de los crímenes, a pesar de su propia muerte que se acercó de día en día, se negó a reconocer que
En
El 20 de agosto de
Así terminó el duelo entre el viejo revolucionario y el totalitarismo. El proceso queda abierto ante